Por: Dr. Ángel Pichardo Almonte
Con relación a la postulación del maestro Fidel Santana a Defensor del Pueblo creo necesario aportar algunos aspectos importantes que contribuyan a dimensionar a este gran ser humano. Sociólogo de profesión, catedrático universitario, escritor, poeta, defensor desde su niñez de los derechos humanos y fundamentales de nuestro pueblo.
Nos conocimos en el grupo estudiantil que hace honor al eterno Amín Abel (Felabel), desde entonces hemos compartido grandes jornadas de trabajo para organizar y transformar, siempre desde la perspectiva del progreso del pueblo y el poder de las personas.
No es difícil concentrarse en las capacidades y fortalezas de las personas, basta abrir el corazón y dejar que fluya el amor y la solidaridad. Considero poco útil concentrarse en estigmas y etiquetas para intentar descalificar a una persona. Esa práctica ha causado mucho dolor y desesperanza. Tendrá que llegar el día donde los argumentos y el reconocimiento a la persona humana sean las bases de cualquier debate, y que, por diferencias en alguna posición, no se caiga en tales descalificaciones. Ya tenemos suficiente con los dolores que nos causan las injusticias de este sistema.
Al igual que una cantidad inmensa de compañeros y compañeras, para mí y mi familia, que también hemos vivido por décadas las luchas y sacrificios que esta conlleva, Fidel siempre ha asumido los retos y responsabilidades de nuestras decisiones, siempre ha sido esa presencia de solidaridad y respeto. Ha sabido terminar un compromiso comunitario, viajar cientos de kilómetros, y llegar a la puerta donde se le ha requerido. Fidel siempre ha estado defendiendo los intereses de nuestros pueblos, considerado un internacionalista, sin olvidarse de su gente.
De sus posiciones, con las que algunas veces no hemos estado de acuerdo, hemos sabido reflexionarlas, debatirlas y buscar salidas dentro del marco del respeto a la diversidad y visiones.
Ha sido ese respeto mutuo que nos ha permitido acrisolar esta amistad. Reconozco y rescato de nuestros años de organizadores y formadores, de inmensidades ciegas y siglos estelares, de recorrer el país en “el Pollito”, motores, mulos, y largas caminatas en montañas y valles.
Recuerdo siempre al poeta, al hombre reservado y firme, al dirigente que da la cara, al militante revolucionario, al amigo de noches en vela y cuentos de reír hasta sacarnos lágrimas. Reconozco al hombre que escucha reflexivo. Reconozco al hombre tierno y bravo. Inmensamente feliz, profundamente sabio y receptivo.
Consciente y responsable ante los retos que asume. Ser seleccionado por el Congreso Nacional para Defensor del Pueblo es un paso de avance que evidenciaría tomar en serio la garantía de los derechos humanos y fundamentales de nuestro pueblo.