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¿A dónde se fueron las marchantas? Las guaguas plataneras las han desplazado del barrio

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Santo Domingo.– Lo que antes era un canto cotidiano en los barrios humildes del país “¡plátano barato!” hoy se escucha cada vez menos. Las tradicionales marchantas, conocidas por sus frases ocurrentes y precios accesibles, han ido desapareciendo de las calles, desplazadas por una nueva modalidad de venta: las guaguas plataneras.

Estas comerciantes, símbolo de lucha y cercanía en las comunidades, enfrentan ahora un oficio más exigente físicamente. Transportar y vender víveres, vegetales, frutas y otros productos se ha vuelto una tarea pesada, sobre todo sin los recursos para adaptarse a los cambios. La falta de transporte adecuado ha empujado a muchas de ellas a buscar alternativas menos agotadoras, aunque más costosas.

Daniel Jiménez, comerciante con años en el oficio, señala que el problema principal es la movilidad:
«Moverse en triciclo es incómodo. Siempre está lleno y uno llega agotado a la casa. Por eso muchos prefieren comprarse una guagüita para trabajar», comenta.

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En medio del calor y el bullicio del tránsito, Pedro Cruz, marchante desde hace más de 15 años, admite que la comodidad pesa más que la tradición:
«Si yo pudiera andar en una guagüita, sería mejor. Se le puede poner más mercancía, se gana más. Aunque se gaste gasolina, se recupera con las ventas», asegura con convicción.

La nueva modalidad: guagüitas con motor y estrategia

Los comerciantes que han optado por las guagüitas —pequeños vehículos acondicionados para la venta ambulante— explican que esta modalidad también tiene sus retos. Uno de los principales es el constante acoso de las autoridades municipales, que no permiten su presencia en las vías públicas, especialmente en sectores como Santo Domingo Norte.

«Yo tenía un triciclo, pero el ayuntamiento me lo quitaba cada rato si me paraba cerca de las estaciones del metro», cuenta Marte, quien ahora vende desde su pequeña camioneta cerca de la estación del metro José Francisco Peña Gómez.
«Con esta guagüita, si veo que vienen, prendo y me voy de una vez», dice entre risas, mientras acomoda sus plátanos y aguacates

Lo cierto es que, entre la nostalgia por las marchantas y la realidad que imponen los nuevos tiempos, la venta ambulante en los barrios sigue cambiando. Las guagüitas han llegado para quedarse, pero en el recuerdo colectivo aún resuena aquel grito alegre que anunciaba la llegada de la marcha, con su canasto y su lucha a cuestas.

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