Siempre se ha dicho que a los hombres no se les juzga como comienzan, sino como terminan, y el mayor general advitam Antonio Imbert Barrera no es la excepción, ni tampoco lo es el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, para citar algunos dominicanos que han jugado un rol importante, decisivo e histórico en la República Dominicana.
Para calificar a Antonio Imbert Barrera hay que hacerlo en dos etapas, la primera, la dictadura y ejecución de Rafael Leónidas Trujillo; y la segunda con el golpe de Estado al profesor Juan Bosch, por el retroceso de la democracia que representó ese hecho al país, y su papel en la guerra cívico militar de abril de 1965, si queremos escribir la historia como es.
A diferencia de Imbert Barrera, el coronel Caamaño Deñó primero comenzó mal, en una fase de su vida militar le correspondió jugar el papel de verdugo en contra del pueblo dominicano, cuando dirigió los “cascos blancos”, pero terminó como un verdadero héroe después del derrocamiento al presidente constitucional Juan Bosch en 1963, se comportó a la altura de los acontecimientos defendiendo la democracia y la soberanía nacional, enfrentando a sangre y fuego al imperio y a los traidores a la patria como Antonio Imbert Barrera y el general Elías Wessin y Wessin, que en vez de colocarse de lado del gobierno constitucional, que representaba Caamaño por aclamación de Bosch, quien llamó a los dominicanos a apoyarlo porque lo representaba a él y al retorno de la constitucionalidad, se aliaron a los invasores.
Imbert Barrera pretendía ocupar el cargo de presidente provisional de la República, que finalmente se lo otorgaron a Héctor García Godoy, y no a él como quería.
Esa fue la razón por la que presentó su renuncia y la negativa de firmar los acuerdos de armonía que le ponían fin a la Revolución del 24 de Abril entre dominicanos traidores y patriotas .
No sé si se le puede llamar “héroe” a una persona que cuando se necesitaba establecer la paz en el país no firmó el acta que presentó la OEA, sino que los miembros de su gobierno de facto y el gabinete completo renunciaron durante un acto televisado a la nación, afirmando con su actitud que tenía intereses personales no patrióticos.
En el caso de Caamaño, que encabezaba el gobierno constitucionalista, sí firmó el escrito y eso puso fin a la guerra del 65, renunciando “el Coronel de abril”, con lo que demostró que no le interesaba ser presidente, ni poseía ambiciones particulares, su norte era que no pereciera la democracia y salvar la patria de los renegados dominicanos.
Como presidente al frente del «Gobierno de Reconstrucción Nacional» (al que yo le llamo el gobierno de la traición nacional), participó activamente en la dirección de la “Operación limpieza” contra los combatientes constitucionalistas de la capital.
Testigos que vivieron esos hechos afirman que durante los combates las tropas de Imbert Barrera y Elías Wessin y Wessin cometieron crímenes como violaciones, fusilamientos, lanzamiento de prisioneros al río Ozama, desapariciones y torturas.
Sus actuaciones y participación en el golpe de Estado al presidente constitucional Juan Bosch y la Guerra de Abril de 1965 anulan su condición de “héroe nacional”.
Solo en un país insólito, como decía el educador, historiador y ensayista Manuel Arturo Peña Batlle, se condecora y le otorgan rangos militares de por vida a traidores y vende patria como este, por eso es que tenemos una sociedad en descomposición cada día más y sin esperanza de mejorar por acciones como esas.
*Por Salvador Holguín