Haití se mantiene como una nota discordante en el concierto de naciones libres del continente y la región.
Tiene todas las condiciones políticas y sociales para construirse un porvenir económico, pero todavía no consigue consolidar una estabilidad democrática, muy necesaria para que el país pueda adueñarse de su destino.
El pasado presidente consiguió completar su periodo de gobierno, independientemente de las condiciones adversas que encontró, y otras que dejó a su paso. Hubo una caída en el proceso y la necesidad instauró un gobierno provisional, que tiene como primer objetivo convocar a elecciones presidenciales para culminar con la segunda vuelta electoral.
En el país todavía no hay consenso de cuándo se producirá esa convocatoria. Necesaria para devolverle la legitimidad a su sistema democrático.
Se trata de un proceso que no puede, bajo ninguna circunstancia, dejarse por entero a las autoridades haitianas, ya que desde hace varias décadas la comunidad internacional mantiene allí organismos de defensa y acompañamiento.
Una vez más los organismos internacionales, a los cuales está integrado Haití, tienen un papel que jugar.
Hoy más que nunca, incluido el Estado dominicano, se deben articular en una coalición fuerte de naciones, que incida e incentive una salida democrática en Haití, con elecciones libres, transparentes y con un sistema de escrutinio confiable. Esa será la solución más viable y eficaz; y cuanto antes se produzca, mejor.