
El presidente con la agenda más ambiciosa de la historia reciente de Colombia, Gustavo Petro, recibió este domingo un Estado desfinanciado, un país en crisis económica. Para cumplir sus reformistas propuestas necesita una cosa: dinero.
Por eso la primera acción relevante del gobierno fue radicar este lunes ante el Congreso el proyecto de reforma tributaria que espera aliviar la crisis de caja menor del Estado, atender las necesidades de los más pobres y, sobre todo, sentar las bases para acabar con uno de los grandes flagelos de Colombia: la desigualdad.
"La reforma tributaria propuesta se construye sobre los principios constitucionales de equidad, eficiencia y progresividad, y tiene como propósito saldar parte de la deuda social histórica del Estado con la población colombiana", dice el texto de la ley.
Hace poco más de un año, una reforma tributaria propuesta por el gobierno de Iván Duque generó tanta indignación que provocó una ola de protestas. El tema es sensible, aunque Petro cuenta con la legitimidad del recién elegido.
El economista y exalcalde de Bogotá llegó a la presidencia a pesar de la desconfianza que genera en los mercados internacionales y el sector privado, donde solía ser visto como un izquierdista que iba a expropiar bienes y disparar el gasto a costa de más inflación y más déficit, índices que ya están en rojo.
Pero desde que ganó en junio, Petro ha dado señales de que tendrá una agenda moderada, de cambio gradual, que será ejecutada por experimentados perfiles que ya hicieron parte de la clase gobernante. En el caso de Hacienda escogió a José Antonio Ocampo, un reputado profesor de Economía que fue quien dio a conocer el proyecto.
