«Sentir que es un soplo la vida/ que veinte años no es nada/ que febril la mirada/errante en las sombras/ te busca y te nombra», (Volver) Carlos Gardel
Apenas yo era un adolescente cuando sucedió tan inexcusable crimen. El joven de 19 años de edad se levantó contra su primo de apenas 12 años. El joven junto a un amigo secuestró y asesinó de 33 apuñaladas al niño José Llenas Aybar. Hecho consumado en mayo de 1996.
La justicia jugó su rol y al determinar la culpabilidad de los implicados, dictaminó 30 años de prisión para el primo y 20 años de prisión para el amigo de este. Cabe resaltar que para esa época la pena máxima que establecía el Código Penal Dominicano era de 30 años de prisión, y además, en cuanto al procedimiento de juicio y de investigación imperaba lo que establecía el otrora Código de Procedimiento Criminal Dominicano sustituido por el nuevo Código Procesal Penal.
A 20 años de este hecho punible e inhumano uno de los sentenciados cumple su condena, Moliné, quien hoy se incorpora a la sociedad. Indudablemente que esta situación ha generado en los dominicanos muchas opiniones a favor y en contra.
En cuanto al derecho positivo, esta persona fue juzgada, se determinó su nivel de culpabilidad, recibió su castigo y cumplió condena, por lo cual tiene derecho a reintegrarse en la sociedad y a la vida laboral.
Muchas personas dicen que “20 años no es nada” comparado con el salvajismo de ese asesinato, comparado con el dolor de la madre de ese niño, comparado con el pena de toda una familia y de un pueblo que no olvida una escena tan aterradora. Es cierto, este pueblo no se ha recuperado.
Dios tiene la última palabra.