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15 y 16 de junio de 1965, días de la dignidad nacional

Freddy González
📷 Freddy González.

Después de consumada la primera parte de su plan, con el genocidio de la llamada Operación Limpieza, el alto mando de las fuerzas invasoras, bajo la dirección del general norteamericano Bruce Palmer Jr. y el brasileño Hugo Panasco Alvin, prometió al presidente Lyndon B. Johnson que tomarían la zona ocupada por el gobierno constitucional del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó en unas 24 horas.

Aprobada la ofensiva en las altas esferas del Pentágono y con la anuencia de Johnson a quien el poeta Pablo Neruda llamó “el Funesto”, en la mañana del 15 de junio las tropas norteamericanas y sus aliados desataron el más encarnizado y cruel bombardeo contra la zona constitucionalista. Utilizaron fuego desde sus navíos fondeados en el mar Caribe al sur de la ciudad, cañones de 105 milímetros y morteros instalados en los silos de Molinos Dominicanos al este de la capital, y por tierra desde los barrios de San Carlos, Villa Francisca y Santa Bárbara al norte, así como desde Gazcue y zonas aledañas al oeste.

Luego de una labor de ablandamiento de más de 20 horas que provocó casi un centenar de muertos entre la población civil y algunos combatientes, entre ellos el francés André Rivieri, veterano de las guerras de Argelia e Indochina, vinculado a los hombres rana, y el poeta y patriota haitiano Jacques Viau, las tropas de infantería yanquis se lanzaron a la conquista terrestre de la zona devastada por sus ataques. Sin embargo, encontraron la feroz resistencia de un pueblo decidido a morir antes que ser conquistado, bajo la consigna del gobierno constitucionalista: «Resistir hasta el final».

Tras intensos combates, en los que según cifras del mando constitucionalista las fuerzas invasoras lanzaron 1,865 obuses en 20 horas, a razón de 93.25 por hora y 1.55 por minuto, la ofensiva se extendió hasta el 16 de junio. Para entonces, los invasores, comprendiendo que los dominicanos, imbuidos del espíritu de la estrofa del Canto a la Patria de Emilio Prud’Homme: “Quisqueya será destruida, pero sierva de nuevo jamás”, no se rendirían, aceptaron un cese al fuego promovido por la ineficaz Organización de Estados Americanos (OEA). Así fracasó la acción militar que buscaba acabar con el gobierno constitucional del héroe de abril, coronel Caamaño Deñó.

En esa acción criminal, las tropas invasoras sufrieron un número considerable de bajas, que algunos historiadores sitúan en varios cientos.

Después de ese fracaso y ante la solidaridad de los pueblos del mundo encabezados entonces por Francia, la República Popular China, la Unión Soviética, Cuba y algunos gobiernos latinoamericanos como Uruguay y México, que se opusieron desde el primer día a la intervención, al gobierno de Johnson no le quedó más camino que una salida negociada. Esta se concretó con la firma del llamado Acta Institucional, el 3 de septiembre de 1965, que puso fin al conflicto bélico iniciado el 24 de abril de ese mismo año.

Al conmemorarse el 60 aniversario de los heroicos combates del 15 y 16 de junio de 1965, en defensa de nuestra soberanía, rendimos tributo a las víctimas de aquella acción criminal y a los cientos de combatientes que, con valor espartano, impidieron que el invasor tomara la Zona Constitucionalista y derrotara al gobierno legítimo de la República en Armas. Aquellos hombres y mujeres evitaron que se mancillara nuestra soberanía por segunda vez en el siglo XX.

¡Gloria eterna a su memoria!

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