Continúa el destape de las anomalías que han ocurrido, ocurren y Dios quiera que no sigan ocurriendo. Los amables lectores de esta columna siguen contándome sus lamentables experiencias.
Una lectora a quien conozco personalmente, y de quien doy fe de que es una persona seria que dice solo la verdad, me hace el siguiente relato:
Ayer, cuando mi hermana (residente de los Estados Unidos) se iba de viaje para Nueva York con su hijo americano en el vuelo de las 11:00 a. m., al pasar por Migración, la empleada que los atendió le dijo que su hijo debía de pagar la módica suma de US$25 de impuestos. Mi hermana le comentó que ella tenía entendido que solamente si se pasaba de 3 meses en el país debía de pagar impuestos, pero que ella y su hijo sólo tenían aquí un mes y dos semanas, aparte de que no llevaba consigo nada de dinero. La señora de Migración la vio con cara de problemas, y entonces mi hermana le dijo: bueno, sólo tengo US$10 dólares conmigo, y la señora de Migración le respondió: ok, pon el dinero dentro del pasaporte y disimuladamente pásamelo.
¡Al descaro que hemos llegado en este país! Yo había escuchado miles de historias como ésta, pero nunca había estado tan cerca de una.
Este caso dice mi amiga- es digno de que todo el país se entere. Lo peor es que la señora de Migración ni se interesó por la documentación, sólo selló los pasaportes y le dijo: ya, vete, todo listo.