La palabra inaceptable ha pasado a ser, de un día para otro, el comodín de moda para calificar negativamente una situación determinada.
En el habla popular, el término se utiliza ahora en serio y en broma para poner énfasis a cualquier afirmación con la fuerza de un puñetazo en la mesa.
Repetida una y otra vez por el presidente Medina en su discurso del 27 de febrero al referirse al contrato del Estado con la compañía minera Barrick Pueblo Viejo, la palabrita corre de boca en boca cada vez que se quiere poner punto final a cualquier discusión. Y si se le quiere dar más fuerza, basta con pronunciarla bien despacio, sílaba por síbala: ¡I Na!…Cep!… Ta!…Ble!
Habrá que ver, eso sí, hasta dónde la palabra de marras surte la efectividad buscada. El plazo aquel del que habló Danilo no tiene fecha de empezar a correr, ni de terminar. Sería inaceptable que las cosas se queden como están