Cuando un país tiene una moneda subvalorada se dificultan las exportaciones, debido a que las mismas se encarecen en relación a las de otros países, y se benefician las importaciones, porque éstas se hacen relativamente más baratas.
Por el contrario, una sobrevaluación de la moneda dificulta las importaciones y estimula las exportaciones y el desarrollo de la industria nacional.
En la guerra global de tasas cambiarias se acusa a China de mantener su moneda, el Yuan, sobrevalorada, estimulando así sus exportaciones masivas, y por ende expandiendo su base industrial.
Al mismo tiempo, encarece las importaciones, produciéndose enormes superávits cambiarios y acumulando reservas monetarias internacionales jamás vistas.
Estados Unidos, por el contrario, ha sido afectado no tan sólo por la contracción de su actividad económica, sino que al mantener su dólar subvalorado se facilitan las importaciones, la mayoría sustitutivas de su base industrial, haciendo cada vez más difícil la ampliación de sus exportaciones.
Esta situación cambiaria, junto a su creciente déficit presupuestario, mantiene la economía norteamericana sumida en una recesión, y con pocos visos de relanzarse.
Por ello, la Reserva Federal norteamericana, el banco central de ese país, ha efectuado una emisión monetaria de unos 600,00O millones de dólares, esperándose como una de sus consecuencias el rebalanceo del tipo de cambio con respecto a otras monedas fuertes, contribuyendo así al arranque de su economía.
Cuadros recién publicados en el periódico Hoy muestran que el tipo de cambio del peso dominicano con respecto al dólar norteamericano está sobrevaluado en un 11.8%, situación esta manejada al día de hoy magistralmente por nuestro Banco Central.
Sin embargo, sectores industriales claman porque se restaure la competitividad y el turismo pide una corrección monetaria para incrementar el flujo turístico, sin tener en consideración las posibles consecuencias inflacionarias. ¿Cuál será el camino que seguiremos?