Sin que haya una admisión de manera clara y específica, el Gobierno declaró que vivimos una impresionante crisis en el abastecimiento de agua de calidad. Una crisis que se extiende a la sostenibilidad de los ecosistemas y la cobertura boscosa.
En virtud de esa crisis, y como una solución de emergencia, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales inició un plan para plantar dos millones de árboles de diferentes especies en el mes de octubre. No será la solución definitiva a la crisis que vivimos, al menos a corto plazo, y que incida de manera impresionante en la sostenibilidad de los ecosistemas y la cobertura boscosa, por una sencilla razón.
El Ministerio que hoy llama a la plantación de dos millones de árboles (con el apoyo del Ministerio de Educación, de Defensa, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y el Consejo Nacional del Cambio Climático es la misma institución que mañana, a menos que cambie su tradicional actitud, otorgará los permisos de tala de árboles, precisamente a los dueños de aserraderos y, también a los que devastan las cuencas de los ríos.
Todo indica que el Ministerio de Medio Ambiente tiene una incidencia capital, tanto en ayudar a preservar el ecosistema, como para evacuar disposiciones que lo degradan, hasta tal punto que atentan contra verdaderas reservas naturales y acuíferas del país.
Esperemos que, esta vez, haya una fortalecida vigilancia de la sociedad civil y estos dos millones de árboles sembrados no corran la misma suerte de los que ya cayeron en manos desaprensivas. Tala indiscriminada y asesina que nos lleva, por vía de consecuencia, a esta solución de emergencia.