Santo Domingo.-Todas las estrategias que se formularon en el complot para destruir el precio de Nelson Cruz se cumplieron en su totalidad.
El dominicano, quien entró a la agencia libre luego de rechazar la oferta calificada de US$14.1 millones de Texas, con la esperanza de lograr un contrato multianual, cargó con todas las furias enviadas de diferentes direcciones para destruirlo hasta que terminara como lo hizo, con un pírrico contrato de US$8 millones por un año con Baltimore.
Cruz fue parte de los 13 jugadores que las Grandes Ligas suspendieron el año pasado por su vinculación con la clínica Biogénesis.
Todo empezó con la firma temprana de su compatriota Johnny Peralta, quien también fue suspendido, y logró US$52 millones y cuatro años con los Cardenales de San Luis.
Al parecer, como Peralta se les escapó a los detractores, quienes se colocaron que el próximo objetivo fue no dejar escapar a Cruz.
El plan
El primer fundazo consistió en poner a circular el rumor de que había rechazado una oferta de US$75 millones y cinco años de los Marineros de Seattle, algo que nunca sucedió y el gerente de ese equipo, Jack Zduriencik, se encargó de desmentir. Incluso Zduriencik, cuando vino a la inauguración de la academia de ese equipo en el país, dijo que no tenía el dinero para firmar al dominicano.
¿Cuál dinero? No podía invertir US$8 millones para proteger una inversión de US$240 millones que le dieron a Robinson Canó, a quien sólo le faltó pedirles de rodillas firmar a Cruz para que fuese su respaldo? Es evidente que desde Seattle nunca hubo la intención de firmar a Cruz.
De igual modo, el gerente general de Texas, su antiguo equipo, Jon Daniels, se pasó todo el invierno diciendo que le gustaría tener a Nelson Cruz de regreso, pero a un precio justo, que era de US$6 millones.
Cruz terminó como una ganga para los Orioles, pero tendrá la oportunidad de recuperar su valor.
