Es desde todo punto de vista condenable, la acción en que incurrieron, técnicos y  maestros, durante  la aplicación de las Pruebas Nacionales a los estudiantes, de los sectores público y privado. Según la información revelada por la Secretaria de Estado de Educación, los implicados se habrían dedicado a pasarles las respuestas correctas a los estudiantes a través de celulares.

Los detalles de ese hecho han sido ampliamente difundidos por los medios comunicación. El secretario de Educación procedió judicialmente; decisión que estimo correcta y confío en que las investigaciones permitan identificar todos los niveles de responsabilidades y, a todos los y las que pudieran estar implicados.

Resulta muy deprimente que hasta en este ámbito haya ganado tanto terreno la actitud fraudulenta, la falta de honestidad y la tendencia a conseguir dinero de manera fácil. Valores que precisamente no miden las Pruebas Nacionales. El escándalo de ahora no es nuevo, casi siempre el proceso de aplicación de las pruebas ha estado rodeado de rumores de venta de los cuadernillos así como de maniobras que hacen poco confiable sus resultados.

Más allá del escándalo, creo que es tiempo de hacer un balance de las Pruebas Nacionales y valorar su pertinencia. Cuáles objetivos se persiguieron con su aplicación y en qué medida se han logrado?  Parece oportuno responder estas preguntas, para determinar si tiene sentido persistir en su desarrollo tal y como han sido hasta ahora, si es preciso eliminarla o introducirle cambios sustanciales al “sistema de control de la calidad”.

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Entre los objetivos de las Pruebas Nacionales, según lo establece la Ordenanza 7-2004, está el de: “Proveer información pertinente a los órganos de decisión, respecto a la calidad del proceso educativo y sus factores asociados, a fin de contribuir con la planificación y el desarrollo curricular, y tomar las medidas de lugar para lograr una educación de calidad”.

Este objetivo muestra con mucha claridad que el sistema de Pruebas Nacionales se consideró como un componente importante para aportar al desarrollo de estrategias y acciones para el mejoramiento de la calidad de la educación.  

Primera cuestión. Los escándalos que rodean las pruebas ponen en cuestionamiento si la información que aportan responde a la realidad, respecto al nivel de aprendizaje de los estudiantes.   Segunda cuestión. Asumiendo como válidos y confiables sus resultados. Preguntémonos ¿Cuál ha sido su impacto en materia de calidad?

 Después de17 años  de  aplicación de las Pruebas Nacionales, la educación dominicana sigue colocada en los peores lugares de calidad, en casi todos los aspectos en que ha sido comparada con los demás países de la región.  

Una comparación del promedio alcanzado por los y las alumnas de octavo grado, en las cuatro asignaturas que miden las Pruebas Nacionales, en el 2004 y el 2008, nos da una idea de retroceso. En el 2004, el promedio en Lengua Española fue de 62.5 y en el 2008, 52.9; en Matemáticas el promedio en el 2004 fue de 58.8  y de 45.1 en el 2008. En Ciencias Sociales, el promedio alcanzado fue 57.2 y 54, en esos mismos años respectivamente. En ciencias Naturales, 58.3 en el 2004, y 47.3 en el 2008.

Más de 55 mil estudiantes del 4to. Grado del Nivel Medio, tienen varios años estancados, con una o dos materias pendiente, reprobándolas en las distintas convocatorias, convirtiéndose en muchos casos en barreras insalvables para muchos jóvenes, que en última instancia, desertan de los estudios por frustración. 

Varios factores invalidan las Pruebas Nacionales como instrumento adecuado y eficaz, para aportar a la calidad del rendimiento alcanzado por los alumnos y alumnas, en los diferentes niveles y subsistemas en que se aplican. Además de que alrededor de las mismas opera una especie de mafia, que las vende o se vale de diversos mecanismos, para que antes o durante su aplicación, un número indeterminado de estudiantes  reciba las respuestas correctas.

El escaso impacto de las Pruebas Nacionales en la superación de las deficiencias del sistema educativo, está asociado al hecho de que sus resultados, no son utilizados como línea base para la puesta en práctica de estrategias capaces de atacar las debilidades encontradas.

Las Pruebas Nacionales no evalúan procesos que incluyan: actitud del profesor o profesora, el tipo de programación, metodología, etc. Este sistema se sustenta en el modelo de pruebas objetivas, modelo que se caracteriza por asumir la categoría de “medición” y “control” que resultan contradictorias con la intención de desarrollar sujetos libres, críticos y conscientes, que es uno de los fines de la educación. ¿Han servido las Pruebas Nacionales para que los estudiantes se apropien de los aprendizajes logrados y de los no logrados? ¿De la comprensión de las dificultades encontradas para superarla?

Lo pertinente seria disponer una evaluación de este sistema, que permita identificar sus fortalezas y debilidades. Suspender las pruebas de manera transitoria, aplicar el próximo año una evaluación diagnóstica que contemple todos los aspectos del proceso enseñanza aprendizaje, incluido el entorno e intervención de todos los actores del proceso, los contenidos, las competencias adquiridas por los alumnos tal y como lo establece la Ordenanza 7-2004, y a la luz de los hallazgos, poner en marcha estrategias y acciones específicas de impacto directo sobre la calidad.    

*Profesora María Teresa Cabrera

 Ex presidenta de la ADP y dirigente del Miuca