La educación, hace varias décadas, se convirtió en un tema de interés regional; y cada cierto tiempo los gobiernos de la región hacen reuniones para evaluar los avances y enfocar las agendas en aspectos comunes que incidan en el desarrollo armónico de la región.
Hace poco se produjo una de estas reuniones en Panamá, donde los ministros de Educación de la región, que incluyó los países de Latinoamérica y el Caribe, acordaron trabajar en el diseño de una agenda común enfocada en educación de calidad, inclusiva y con equidad, fortalecimiento de la profesión docente y atención integral a la primera infancia.
La reunión se produjo en el marco de la Octava Reunión Interamericana de Ministros de Educación, en un encuentro organizado por el gobierno panameño y la Organización de Estados Americanos (OEA), y su importancia reside no en la convocatoria en sí, sino en lo que se producirá en beneficio de los ciudadanos de los respectivos países convocados y asistentes.
No se trata, hoy en día, de una voluntad, que siempre la ha habido, de que mejore el aparato educativo de las naciones convocadas.
Todo indica que hay que invertir el dinero necesario. Invertir no significa gasto, al menos cuando se trata de educación. Ya que todos los problemas que se tienen que superar dependen de una inversión efectiva y oportuna.
O sea, cada país tendrá una calidad educativa en el grado que haga la inversión necesaria. De lo contrario todo se quedará, como ha sucedido en el pasado inmediato, en un diálogo político de los ministros convocados.