Santo Domingo.-Más que una artistas consagrada, Elsa Núñez es una mujer de determinación y constancia que ha sabido encausar su talento en las artes, viajando por el múndo mágico de la pintura y definiendo su estilo con pinceladas de color.
A pesar de ser más conocida por sus mujeres, unas tristes, otras alegres, acompañadas, en soledad o por su explosión de color, doña Elsa (como cariñosamente le llamo desde que me encandiló por su sencilla y tierna forma de ser), ha navegado por la mayoría de los estilos pictóricos y se define como solo un instrumento para mostrar la belleza, a veces la tristeza, del medio que le rodea.
Su constancia en el arte la hace poseedora de uno de los lenguajes plásticos más lúcidos y celebrados en el país y en el exterior, conquistando premiaciones y éxitos en museos, ferias de arte y bienales.
Con el paso de los años, los críticos han coincidido en que doña Elsa tiene una gran capacidad para explorar la naturaleza, la conciencia, la condición humana, materia esencial del repertorio iconográfico de su pintura.
Ella nos cuenta que ha presentado 48 individuales y cientos de colectivas, exponiendo en importantes galerías y museos del mundo, como España (Instituto de Cultura Hispánica), Colegio Mayor Guadalupe, París, Londres, Michigan, La Habana, y cuelga obras en el Museo de Ponce, Puerto Rico; Palacio de Bellas Artes, Santo Domingo. Se le recuerda por el Homenaje a las Hermanas Mirabal en el obelisco del malecón de Santo Domingo.
Más personal
Además de su trayectoria en el arte y el talento de su pincel, la mayoría de las personas que conocen a doña Elsa reconocen al gran ser humano que se encuentra en ella, siempre acompañada de su eterno enamorado Ángel Haché, que han sabido crecer por separado y en unidad.