El 34% de los envejecientes  en la  indigencia

El 34% de los envejecientes  en la  indigencia

El 34% de los envejecientes  en la  indigencia

Santo Domingo.-Con la mirada triste y lejana, como perdida en el horizonte, don Olivo Rodríguez no logra contener las lágrimas cada vez que alguien  le pregunta por sus dos hijos.

No olvida esa mañana cuando  Miguelito, su hijo más pequeño, salió por la puerta diciendo: “Me voy y no vuelvo hasta el día en que tú te mueras”.

Esa frase retumba en sus oídos todos los días antes de acostarse y a la hora de levantarse de su pequeña cama soportada por cuatro latas de leche vacías.  

Don Olivo es una de los 844 mil 996 personas envejecientes que viven en la República Dominicana con más de 65 años de edad.

Sumergido en la pobreza extrema y el olvido de sus familiares y del Gobierno, el humilde hombre vive por la caridad de sus vecinos. Desayuna, almuerza y cena de lo que le llevan las personas más cercanas. Sólo es aseado cuando uno de los vecinos se digna  bañarlo.

Pobreza y analfabetismo

Pero al igual que don Olivo, el 34% de personas envejecientes  vive en la pobreza extrema en diversas zonas del país, muchos de los cuales logran subsistir gracias a  la caridad pública.

Asimismo, más del 60% de la población envejeciente es analfabeta, lo que aumenta la pobreza en la República Dominicana.

Para paliar esa situación, la Dirección de Protección a la Vejez, en coordinación con el Ministerio de Educación, iniciará el programa “Alfabetización de adultos mayores”.

“La pobreza me consume”

Don Olivo  fue abandonado a su suerte en medio de las más paupérrimas condiciones económicas y, para colmo, hace algunos meses sufrió una trombosis, padece de la próstata y tiene una sonda que casi no es cambiada.

Sus dos hijos lo dejaron hace más de un año, y todavía el anciano  sueña con el día del regreso de José y Miguelito.

 “Me siento muy solo, lloro porque la soledad y mi pobreza me consumen”, balbucea  cabizbajo el anciano de 69 años de edad, pero que por el mucho sufrir pareciera que ya le ha pasado un siglo por encima.

Miseria y soledad

Una caja de cigarrillos y otra de fósforos son  sus únicas e   inseparables compañías.

Una silla de ruedas y dos plásticas, tres cubetas que una vez fueron  blancas y una gris, una cama destartalada, un montón de ropas, galones con agua, un piso casi destruido, varias planchas de zinc oxidado cobijan    una casa que se está cayendo a pedazos. 

Con voz entrecortada y poco entendible el anciano narra cómo se pasó la vida recogiendo basura y vendiendo botellas para “echar pa’lante a mis hijos”, los mismos que hoy le dan la espalda de la manera más vil, dejándolo solo, sin amor ni protección, además enfermo.

Sólo hay que poner el primer pie en su humilde y deteriorada casa para darse cuenta de la tristeza y desdicha que embargan la vida de don Olivo.  

El anciano mira hacia el horizonte y vuela lejos, como para olvidar su triste situación, pero de pronto escucha la voz de la reportera que le pregunta insistentemente sobre su vida y solo entonces aterriza a su dolorosa realidad.

 El humilde hombre vive enfermo, pero más que estar preocupado por su estado de salud, lo que verdaderamente le duele es vivir con una ‘compañera’ que quisiera tener lejos de su existencia, pero que se le ha hecho casi imposible: la soledad.

De la población de ancianos que viven en el país, principalmente en el Distrito Nacional y Santiago, el 49% pertenece al sexo masculino. Muchos de esos envejecientes viven sumergidos en la pobreza y olvidados por sus familiares, otros están abandonados en los 32 asilos con que cuenta el sistema de salud del país. 

 Mientras que de los denominados “Hogares de Día” existen 34.

Contradictorio

El director de Protección a la Vejez,  Pedro Khoury, explicó que tienen diversos programas para beneficiar a  los envejecientes, tanto para la salud como para su estabilidad.

Sin embargo, eso contradice la triste realidad en que viven miles  de estas personas que,  como don Olivo, están  abandonadas, muchos en  asilos.   

En la realidad, la situación de los envejecientes en el país demuestra una indiferencia y una falta de protección que aterra a cualquiera que, como don Olivo, no cuente con recursos o con una familia que le dispense un trato digno.



El Día

Periódico independiente.

TEMAS