Crispación y polarización

Crispación y polarización

Crispación y polarización

Cuando en el ámbito público las discrepancias son tratadas como oposiciones absolutas, negándonos a tomar en cuenta o por lo menos a atender las razones del otro, a darle tiempo a las cosas, estamos conduciendo las controversias a oposiciones extremas.

Eso suele suceder cuando en cualquier diferendo público alguna postura se fundamenta en absolutos morales, percibiendo al contradictor como si su punto de vista constituyera una amenaza radical a nuestra existencia o a valores sin los cuales no concebimos que valga la pena vivir.

La mayoría de la gente suele ser más pragmática. “Puedo vivir con eso”, es la actitud con la que muchos de nosotros -diría que una mayoría- acomodamos nuestra subjetividad ante el contraste con situaciones o hechos que en principio podrían habernos alarmado. Esto sucede porque en realidad los valores trascendentes a los que nos apegamos constituyen un ideal.

Pero en el trajinar de resolver cada día las situaciones más perentorias, tenemos que encontrar el modo de seguir avanzando, de no detenernos, porque lo que urge es lo cotidiano.

En el debate público conviene tener presentes esas condiciones y actitudes mediadoras que parecen ser la tendencia predominante en las sociedades. La gente suele guiarse por una psicología más transaccional y práctica.

La mayoría de los conflictos no son sustanciales, sino instrumentales: se participa en ellos porque algún malestar nos mueve, pero lo que buscamos es obtener algún nivel de satisfacción con respecto a algo que no siempre es lo que se enarbola en el conflicto.

No acentuemos la confrontación entre valores o posiciones absolutas: no es una buena estrategia en el manejo de la conflictualidad social, porque conduce a posturas extremas y éstas generalmente provocan un estado de ánimo social dominado por la crispación, la exaltación del ánimo, que no conduce a soluciones, sino que multiplica y profundiza los conflictos.



Henry Molina

Henry Molina, Santo Domingo, República Dominicana, 24 de agosto de 1967, es licenciado en derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y Máster en Derecho Constitucional de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue Director de la Escuela Nacional de la Judicatura, institución adscrita a la Suprema Corte de Justicia. Este cargo lo ocupó desde el 1998, que obtuvo por concurso de oposición y antecedentes, hasta el 2010. Es integrante del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Actualmente se desempeña como Viceministro de la Presidencia (Ministerio de la Presidencia).

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