Amín Pérez: sociólogo dominicano en París

Amín Pérez: sociólogo dominicano en París

Amín Pérez: sociólogo dominicano en París

París.-Escuché hablar de Amín Pérez hace muchos años. Sociólogo dominicano y profesor universitario radicado en París, donde ha desarrollado interesantes estudios sobre los procesos migratorios.

En 2010 obtuvo el Premio de la Ciudad de París a la Investigación Científica por sus trabajos sobre la sociología del racismo, y cuenta con una serie de publicaciones sobre las migraciones en el Caribe y en Francia.

Amín, a quien sus padres (es hijo del periodista Raúl Pérez Peña, ‘el Bacho’) pusieron su nombre en honor al héroe Amín Abel Hasbún, asesinado en los doce años de Balaguer, editó y prologó en París el libro “La inmigración o las paradojas de la alteridad: la fabricación de las identidades culturales”, de la autoría del argelino Abdelmalek Sayad, considerado el más importante sociólogo de los procesos migratorios.

¿Cómo evalúas tú el proceso migratorio que vive Francia desde hace tiempo?

Francia es un país constituido por migraciones que le cuesta reconocerlo. Claro, de unas más que otras.

En esto no se distancia tanto de la sociedad dominicana. El problema del Estado francés con sus inmigrantes es que quiere todo y ser todo a la vez: reivindicarse de humanista, aprovecharse de su mano de obra y condicionar su presencia como transitoria, reconocer su descendencia como franceses de papel, pero tratándolos en los hechos de manera distinta.

Todo esto lleva a una contradicción perpetua que marca el tedioso cotidiano de los inmigrantes y sus descendientes nacidos franceses. Evidentemente, la inseguridad creada por el contexto actual de ataques terroristas no ayuda en nada en ese sentido.

¿Cómo evalúas el proceso que está realizando la Unión Europea de cara a la cantidad de refugiados que emigran huyendo de situaciones dolorosas de conflictos armados?

Efectivamente que el vaso se desbordó. Sí, estamos frente a una ola migratoria que se ha intensificado considerablemente. Y me preocupa mucho que las imágenes desgarradoras de los naufragios se banalicen con el tiempo como un “otro más”. Ante esta terrible situación ha primado la indiferencia.

Con sus campos de concentración de acogida, las precarias condiciones que allí se viven y los mecanismos ridículos para solucionar estas situaciones, Europa le ha dado un espaldarazo a la vida. Esto no es solo una cuestión de moral, de humanismo.

Estamos sobre todo lejos de una respuesta a la altura de las responsabilidades políticas que por dinero o geopolítica Europa ha estado al origen de tantas guerras, muertes, familias destruidas o de todo este camino al exilio.

En nuestro país, dame tu opinión sobre el eterno tema de la migración haitiana, ¿qué te parece la Ley de Naturalización?

La defino como uno de los hechos más humillantes de nuestra historia. Un laboratorio de odio. Esto traspasa las fronteras jurídicas y obedece a un hecho político. La saga de la sentencia 168-13, la ley 169-14 y el plan de regularización forman parte de un mismo andamiaje que fabricó la ilegalidad para excluir y explotar a una población ya marginalizada. Un orden y control migratorio es necesario, pero que sea coherente.

Hasta que no dejemos de ver en los haitianos una simple máquina de trabajo, no nos asumamos cómo somos realmente, es difícil que haya un cambio real de política.

¿Se ha comportado el partido de gobierno como esperaba o espera la ciudadanía?

Todo, menos lo que esperaba la ciudadanía. A meses de asumir el poder, el cuento de que se haría lo que nunca se había hecho terminó siendo una pesadilla con el paquetazo fiscal. Danilo ha demostrado lo que era, más de lo mismo.

La práctica gubernamental del PLD ha demostrado una gran indiferencia hacia la mayoría. Caminas por las calles y lo que te encuentras es que en este país se está pasando mucha hambre. Da rabia. Somos un país con mucho potencial que el PLD ha ido cortando sus alas. Un gobierno que está más preocupado por su imagen que por lo que realmente hace, no merece seguir en el poder.

¿Cómo desgasta la corrupción gubernamental a la sociedad?

La corrupción es uno de los males ejemplares de este Gobierno y el espaldarazo de nuestro sistema judicial hacia el pueblo tiene su responsabilidad en esto.

Pero la corrupción se ha convertido, sobre todo, en uno de los medios utilizados para preservar el poder. Basta ver las nominillas sin funciones dentro y fuera del país, para comprender y responder a esa pregunta del por qué si hay tanta insatisfacción, no hay cambio.

A causa de toda esta corrupción, complicidad, falta de justicia e indiferencia, tenemos una educación pública por el suelo, un sistema de salud donde si no tienes un amigo médico, una finquita o casa que hipotecar, no tendrás dónde caerte muerto.

La insignia de “Servir al partido para servir al pueblo” se quedó a medias. Basta ver las adolescentes dominicanas que se prostituyen cada noche a metros del Partido para entenderlo.

Qué hace un país cuando los partidos de oposición son inexistentes o, más bien, no tienen esa fuerza que se espera en el papel de opositor?

Lo que pasa con la oposición electoral mayoritaria es que es poco creíble. Ante este desamparo crece la búsqueda de nuevas vías.

En las comunidades la gente se ha ido reagrupando para exigir sus derechos. Ha sido una verdadera lección que el pueblo ha hecho canalizando sus preocupaciones por las vías institucionales municipales o exigiéndolas día y noche frente al Palacio Nacional. Sinceramente, este pueblo no aguanta más mojigangas politiqueras. Trabaja cada día para echar adelante.

¿Consideras tú que vivimos en el país en un estado de «anomia»?

Va con lo que te decía anteriormente. Pareciera ser, pero no es así. Que nuestros cambios sean invisibles porque provienen de gente invisible no quiere decir que no existan. Es cierto que el PLD ha secuestrado el país, pero no a su gente.

¿Crees que somos una sociedad que no recuerda su pasado, su historia y vive cayendo a nivel político en los mismos errores?

Sin dudas. Esta ha sido una maniobra dirigida desde el Estado que nos ha impedido trazar otro rumbo. No se trata de melancolía.

Es la realidad. Si no comprendemos el pasado no construiremos otro presente. Si te fijas, los enemigos del pueblo de ayer no están muy lejos de ser los de hoy.

Los partidos se turnan, sus modos de actuar se renuevan, pero el fondo no cambia. Del mismo modo, la historia nos enseña que si hoy tenemos ciertos derechos es porque nos levantamos para eso. Pero atención con qué tipo de historia.

Hay que romper con esa insistencia de querer “museificar” estas luchas sociales que lo que busca es hacer de ellas una memoria y no un instrumento político.

Cuéntame de tu trabajo o experiencia para el Ayuntamiento de París.

Fue y sigue siendo una aventura. Recuerdo como hoy cuando fui a recibir ese premio que el Ayuntamiento consagra al estudio contra la xenofobia. Más que un reconocimiento, ha sido un motor para seguir.

En mis investigaciones busco tanto comprender cómo participamos en perpetuar las desigualdades sociales, cómo entender esas situaciones improbables donde los más desamparados encuentran medios para revertir la dominación y seguir adelante.

Por eso practico la sociología, por su utilidad política y potencial por el cambio. Por los tiempos que corren en Europa y el Caribe, esto va para largo.



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