Cuando conocemos de manera personal a Jesús, nuestra vida de un giro positivo 360 grados, es una experiencia que nos cambia la vida, de repente, adquirimos una inteligencia emocional de fuente divina que le da plenitud y sentido a nuestra existencia, es entonces cuando llega esa fuente de agua de vida eterna que le refirió Jesús a la mujer samaritana.
Al inicio de su ministerio terrenal, el Salvador y sus discípulos pasaron por Samaria, definitivamente nada acontesido con Jesús fue fortuito, el Señor si que no desperdició su tiempo, sabía más que nadie que sus años, días, horas, minutos y segundos destinados a su ministerio en esta tierra estaban contados y tenía que sacarle el máximo provecho a su ministerio, cada segundo podía significar almas salvadas.
¨Mientras viajaban desde Judea a Galilea. agotados por su jornada hicieron una parada en el Pozo de Jacob, en la ciudad de Sicar. Mientras los discípulos iban en busca de comida, Jesús se acercó al pozo; al ver a una mujer de Samaria que había ido a sacar agua, le pidió de beber. Debido a la diferencia cultural e histórica que existía entre judíos y samaritanos, la mujer respondió a la petición del Salvador con una pregunta: ¿Cómo tu, siendo judío, me pides a mi de beber, que soy mujer samaritana? ” (Juan 4:9).
Nuestro Señor aprovechó aquel encuentro para enseñar verdades poderosas y eternas. desde testificar en cuanto a su misión divina y su autoridad como Hijo de Dios y Redentor del mundo hasta enseñarnos que Dios no hace acepción de personas. La enseñanza fue certera y no dejo lugar a dudas.
“Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: Dame de beber; tu le pedirías, y el te daría agua viva” Juan 4:10.
Intrigada y confusa, y al ver que Jesús no llevaba vasija alguna para el agua, la mujer volvió a preguntar: “¿De dónde, pues, tienes el agua viva?” Juan 4:11).
El Señor le contestó: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamas; sino que el agua que yo le daré será en el una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).
Sin comprender en absoluto el significado espiritual del mensaje del Señor, la mujer, que pensaba solamente en satisfacer la sed física y su propia conveniencia, le exigió: “Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla” Juan 4:15). Les invito a leer el capítulo.
Luego de este encuentro la mujer nunca más fue la misma, había sido tocada por el mismo Dios.
Cada día vemos como el hombre va y viene buscando esa fuente que le proporcione felicidad, unos lo buscan en el éxito profesional y empresarial, otros creen que depende de encontrar el esposo a esposa perfecta, algunos piensan que cuando lleguen los hijos, otros tantos creen que el dinero, el poder y la fama llenará su vacío existencial, pero Jesús mostró a la mujer samaritana donde estaba la verdadera fuente de agua de vida que salta a vida eterna, una fuente que no se agota, que cambia nuestros paradigmas, que nos hace más sabios, nos limpia de todo pecado y nos da paz.
Un abrazo,