¿Cuántas veces haz sentido la necesidad de un abrazo? ¿Cuántas veces haz querido ser nin@ para llorar o patalear y que mamá venga rápido a consolarte? Sin embargo nada de eso ha ocurrido; haz tenido que seguir quizás con más tristeza, impotencia, desolación.
Resulta que los seres humanos tenemos la capacidad de auto regularnos para atender esas carencias externas pero también para automotivarnos a seguir adelante con tolerancia, amor propio, alegría y comprensión a través de la auto compasión.
Muchas veces se nos hace fácil ser compasivos con otros. Nos ponemos en los zapatos de esos seres queridos y entendemos el dolor por el cual pasan, entendemos porque no han podido completar ese proyecto en el que estuvieron trabajando. Sin embargo cuando se trata de nosotros mismos somos duros criticandonos.
La autocompasión es aprender, desarrollar y mantener un diálogo interno mediante el cual encontramos las razones de nuestra frustración, dolor, tristeza, o aburrimiento sin auto insultarnos con expresiones como: “soy tan torpe que no pude recordar a tiempo y por eso reprobé ese examen”.
En lugar de eso podemos detenernos por un momento, identificar las razones por las que el resultado fue diferente al esperado, por ejemplo: “no estudie suficiente, transigir a las distracciones y no logré concentrarme suficiente, no descanse lo necesario, no me alimente o hidrate apropiadamente, por eso u otras razones mi rendimiento bajó.”
Cuando hablamos internamente con madurez, sabiduría y tolerancia aprendemos en qué fallamos y cómo lo podemos enfrentar en una próxima ocasión. Aprendemos a abrazarnos y consolarnos como lo haría mamá.
Descubrimos por nosotros mismos una nueva senda en el andar hacia las metas planteadas. La autocompasión es una práctica diaria que toma tiempo pero trae paz y armonía a tu vida. Empieza hoy.