- Publicidad -

- Publicidad -

Ya no somos los mismos…

Roberto Marcallé Abreu Por Roberto Marcallé Abreu
Roberto Marcallé Abreu
📷 Roberto Marcallé Abreu

Los días transcurren con inequívoca celeridad. Un claro mensaje de que se van perdiendo muchas cosas, algunas de las cuales nos importan en tanto otras ya no cuentan.

Nos observamos a nosotros mismos: Nuestros cabellos, las áreas en las que ya no ha vuelto a crecer, el paso vagamente cansado, los surcos en la frente, aquellos que se evidencian en torno a la nariz y los labios, la mirada y el caminar, la presencia del dolor en las articulaciones , las bolsas en torno a los ojos, las arrugas, cierta lentitud, las dificultades físicas, y esa agobiante inquietud que es como una sombra, la del paso del tiempo… Pensamos que se trata, en verdad, de un mensaje inequívoco, como rezaba aquel verso: nosotros/los de ayer/ya no somos los mismos…

El paso del tiempo se revela de forma gradual hasta que se vuelve vigorosamente presente. Puede que nos neguemos a comprender que se trata de realidades a las que hemos prestado una limitada atención solo en la medida en que los síntomas van apareciendo.

Nos confesamos que muchas cosas han cambiado. Uno decide que es hora de mirarse al espejo, pensar que los días se acortan, que es momento de concederle importancia o de dejar muchas cosas atrás porque es lo que procede.

Se piensa, entonces, en quienes nos aman y amamos, en los auténticos amigos, en que los cambios en uno mismo se presentan de manera sorpresiva e indeseada… . Asaltan tu mente, entonces, la memoria de padres, hermanos ya idos, los amigos verdaderos algunos de los cuales siguen en nuestras vidas en tanto otros ya han partido o, sencillamente, no les importa porque nunca fueron lo que alguna vez creímos que eran. Solo muy pocos ocupan aún su espacio y su presencia se multiplica en la misma medida en que el tiempo transcurre.

Miro hacia atrás y tropiezo con rostros, circunstancias y hechos, recuerdos, lugares, momentos. Personas que una vez fueron y ya han partido: Enrique Eusebio, Alexis Gómez, Freddy Gatón Arce, Pedro Mir…
Pienso en aquellos con los que una vez compartimos probablemente las etapas más importantes, creativas y rememorativas de nuestra existencia. Me observo en la distancia, poco antes de que gente desalmada, desbordada por el fanatismo y el odio dinamitara el edificio de Publicaciones Ahora para destruir un símbolo y asesinar a balazos a periodistas brillantes, no respetando, su sagrada condición de miembros del sexo femenino…

Recuerdo un extenso dialogo con Radamés Gómez Pepín y su esposa Cornelia Margarita, la vez que me invitó a su casa. Recuerdo a Freddy Gatón Arce en el restaurante Vizcaya, un sábado después de concluidas las labores en “El Nacional”. Me viene a la mente Pedro Mir, que por unos meses se encargó de las páginas internacionales del periódico y la presencia estremecedora de una enfermedad respiratoria. Pienso en Orlando, y en tantos compañeros de entonces.

Pienso en Modesta, la encargada del Archivo, en Manuel Torres, en Félix Gómez, en Freddy Cruz, en Valenzuela, en Juan Francisco, personas y situaciones que una vez colmaron nuestros días, algunos de los cuales ya no están. Sabemos que, como dice la canción “todo pasa”. Puede que, , quizás se vayan recuerdos e imágenes de una vida intensamente vivida…

Etiquetas

Artículos Relacionados

k