Todo cambió. El covid-19 también aceleró eso. Las cosas no son como “en ante” (como decían nuestros viejitos) en muchos renglones de la vida y los segmentos profesionales. La tecnología le bajó el mazo a muchos procesos, echó gente a un lado y agilizó el contacto entre los humanos, instituciones, sociedades. En fin, nada es como antes.
Lo puntualizo porque en la comunicación del sector salud también las cosas han cambiado. Antes era una nota de prensa tras otra, pero ahora ya no es así. Tampoco hay que esperar que el mensajero entregue las fotos rebeladas con la nota impresa ni que los grandes diarios publiquen los comunicados.
Hay un inventario amplio de medios para publicar notas, comunicados, entrevistas y reportajes. Están los diarios impresos, revistas, televisión, medios digitales, espacios especializados y redes sociales para difundir las acciones, con el fin de incrustarse en el ruido, favorable o no, de la opinión pública.
Pero hay instituciones gubernamentales, gremios y entidades del sector que aún no se han dado cuenta y siguen aferrados a viejos patrones. Basan sus estrategias de comunicación en el envío casi diario de notas de prensa y convocatorias élites y exclusivas a medios tradicionales. Incluso abusan de las ruedas de prensa, en una ciudad cuya congestión dificulta los desplazamientos y los distanciamientos mandados por el coronavirus. No se dan se dan de cuenta que hasta cada ciudadano es reportero si carga un teléfono inteligente.
Ya son 15 los periódicos digitales de salud que operan en el país, más de 20 programas y segmentos especializados en redes, radio y televisión, y un sin número de “influencers” que ocasionalmente tocan temas de salud y bienestar.
Aquellas estrategias de puertas entre abiertas sólo a medios “grandes” o las exclusividades en el canal de información, son cosas del pasado. Que no insistan en cerrar una ventana cuando por las rendijas entra el fuego.
Cambien, las cosas no son como “en ante”.