Reflexionando en la creación de Dios y el orden evidenciado en El me maravillo. Primero planificó, estableció su estrategia y por último, ya cuando tenía todo dispuesto nos creó, poniendo a nuestro servicio -en bandeja de plata- toda la creación. Todo estaba en perfecto orden.
Génesis 1:
«Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó».
Y los bendijo y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y también le dijo: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
Cuando nos puso en el jardín del Edén nos dio los lineamientos a seguir, incluyendo lo referente al árbol prohibido, pero no lo cercó con alambres de púa, ni lo electrificó para que al tratar de tomar el fruto prohibido el corrientazo nos alertara y desistiéramos, no, no, no… El nos dio el libre albedrío a fin de que lo obedeciéramos por amor y agradecimiento por habernos dotado de todo, sin nosotros haber hecho nada para obtenerlo.
Me imagino cuantos planes de bien tenía Dios para nosotros y pienso que toda la ciencia que nos ha tomado miles de años obtener, a lo mejor estaba a la mano y nos pasó como al pueblo de Israel que tuvo que caminar durante 40 años para llegar a la tierra prometida estando cerquita, de haber tomando el camino correcto, esto por su desobediencia y falta de fe.
El pecado de la desobediencia, instado por Satanás entró a nosotros y el deseo de controlarlo todo superó la valoración del conglomerado de cosas recibidas dándole la espalda a Dios, pagando con nuestra muerte espiritual, desesperanza y el tener que convivir con la maldad, ese acto de desobediencia.
Dios en su eterna misericordia nos restauró a través de su hijo Jesús. El Plan de Salvación nos abrió la puerta a esa unidad con Dios que fue concebida desde la creación….esta es nuestra única oportunidad de reconciliarnos y gozar a plenitud del Plan Divino para los hombres….no cometamos el mismo error….es mucho lo que se tiene en juego, pues es asunto de eternidad.