¿Y qué hace usted?

¿Y qué hace usted?

¿Y qué hace usted?

El sábado, la Z101 en uno de sus programas de la mañana planteaba a la audiencia una interrogante poderosa y contundente: ¿qué hace usted para parar la violencia que nos está afectando?

Señalaban que el Gobierno debía hacer su parte, la Justicia y la Policía también, pero usted como ciudadano, ¿qué está haciendo?

Llamó la atención que al inicio la mayoría de las respuestas recaían sobre las obligaciones del Estado frente a la violencia, cómo se cambiaba el tema o se divagaba sin responder la pregunta, hasta que por la insistencia de los conductores los oyentes empezaron a reflexionar de forma profunda, ofreciendo sus aportes y compromisos. Así, buscando la solución en las personas, afloraron respuestas que se pueden generalizar.

Unos respondieron que están previendo la violencia inculcando a sus hijos el respeto, la responsabilidad y el trabajo. Excelente reflexión. Ya lo decía Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Los violentos son adultos cuya familia no cumplió su rol de educadora y formadora.

Otros hablaron de que promueven valores. Que saben con quién andan hijos, que aplican disciplina con cariño para que no se replique la violencia, porque “la violencia engendra violencia”.

Una persona planteó que su forma de parar la violencia es ser ejemplo para sus hijos y que ese comportamiento se puede irradiar a la sociedad. Y es así, el buen ejemplo arrastra y mal ejemplo también.

Alguien aseguró que aconseja a los jóvenes de su barrio para que no acosen a ancianos y a los más débiles. La necesidad de consejería y orientación juvenil es una buena estrategia de sensibilización y de escucha que puede frenar males potenciales prevenibles.

Una ciudadana se refirió a la vigilancia. Que ella está alerta de los hechos que se cometen contra los niños y los denuncia. Si todos estuviéramos vigilantes de la violencia y la denunciáramos se podrían arrebatar muchas vidas a las garras de abuso infantil y a los feminicidios, recordando que, el cuidado del otro y la compasión por el que sufre son la mejor muestra de nuestra madurez moral.



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