Una de mis pasiones es el cine. Siempre y cuando le aporte “ja, ja, ja” a mi vida. Por eso tengo mis temas: princesas, vacaciones y superhéroes. Esas no fallan las risas están garantizadas.
Así como tengo temas, tengo actores favoritos. En el top está Will Smith. Hace días, en mi búsqueda por algo que me entretenga en Netflix, me topé con «La belleza inesperada», película protagonizada por mi apreciado moreno y la vi.
La película cuenta la historia de un ejecutivo exitoso, profundamente deprimido tras sufrir la pérdida de su única hija, lo que desencadena su divorcio y lo pone al borde de perder su empresa. En busca del sentido de la vida, empieza a escribir cartas al amor, la muerte y el tiempo. Mientras tanto, sus amigos, preocupados por él, elaboran un plan para conseguir que se recupere anímicamente.
La cinta está muy lejos de lo que busco en el cine; sin embargo, me atrapó. Reflexioné profundamente sobre el duelo, la pérdida, la conexión humana y cómo la mano de Dios obra cuando menos lo esperamos.
En su desesperación, como dije antes el personaje de Smith, escribe cartas a conceptos abstractos: el amor, el tiempo y la muerte. Ese era su desahogo, pero ¿y nosotros a qué le escribimos?
La película me mostró cómo pensamos que estamos afrontamos el duelo cuando nos encerramos en nosotros mismos, en muchos casos de manera inconsciente y es cuando el dolor nos consume de eso viene la depresión.
Hace meses, sin querer queriendo, me topé con una terapeuta y entendí la importancia de la terapia, sí me dieron terapia y puedo decir con toda la honestidad del mundo que eso te descargas y sueltas eso que te ata y sana.
Howard, desde mi punto de vista como no experta en salud mental, a lo mejor solo necesitaba terapia de duelo.
Pero, de todos modos, lo que hace especial a esta película es su enfoque poco convencional hacia el dolor y la recuperación.
Sin darnos cuenta, podemos ver «La belleza inesperada», cuando compartimos con nuestros seres queridos en este ratito del espacio que llamamos vida: ir al parque, caminar por la playa, en fin, en lo que nos gusta.
«La belleza inesperada» es una exploración si se quiere poética del dolor y nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay belleza y conexión esperando ser descubiertas.