Cuando estamos tan repletos de malas noticias, constituyen un aliciente, y da gusto darle visibilidad por todas las vías, a los aspectos que se erigen como “oasis” en el desierto de la desesperanza.
La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) reveló una reducción del 19.74% en la incidencia de embarazos en adolescentes, equivalente a 2,015 niñas, desde el año 2020 hasta el año 2022.
Esa reducción tiene que provocar esperanzas y estimular la lucha contra esa desgracia social que ha maniatado y hasta sepultado vivas a miles de niñas y adolescentes en el país, a las que se les ha cercenado la posibilidad de ser y de hacer, ante la obligación de tener que criar, casi siempre sola, a otros niños.
Hay que ver las estadísticas para darse cuenta de lo grave que es el problema, convertido en tara, en atraso, en desgracia social, para el de desarrollo humano, en República Dominicana.
En el año 2019, hubo un elevadísimo registro de 32 mil 061 adolescentes embarazadas, que representó un aumento de dos mil 869, en relación al año anterior, 2018, que fue de 29 162 casos, lo que significaba que, en ese momento, el 24.04% de esa población, fue impactada por la tragedia de tener que ser niña-madre y no, precisamente, de una muñeca.
Una ligera reducción de 27 mil 597 a 27 mil 476 casos de adolescentes embarazadas, que pasó de un 22. 46% a un 21.24% de la población femenina en la pubertad y en la adolescencia, se produjo entre los años 2020 y 2021.
Esas estadísticas conducen a plantear la necesidad de brindar calor y color al esfuerzo de instituciones del Estado, organismos internacionales y de la misma sociedad civil, para minimizar un mal que por muchos años ha obstruido respuestas a situaciones que provienen y devienen del embarazo en adolescentes como otros grandes problemas sociales.
No hay exceso de optimismo, cuando miramos una luz en medio de un gran túnel. Hay un hálito de fe y de esperanza, para que los esfuerzos comiencen a dar frutos.
Antes de conocer las estadísticas de las que aquí hablamos, el tema de este artículo iba a estar fundamentado sólo en la pregunta: ¿Y por qué?
¿Y por qué? es el mensaje clave utilizado por el Gabinete de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, que coordina la primera dama, Raquel Arbaje, e integran entidades estatales y organismos internacionales, para dar sentido a una campaña de sensibilización, a través de medios de comunicación social.
Audazmente, involucra a padres, a madres, a niños y a niñas y está enfocada en la obligada reflexión del adulto, que se queda oteando en el horizonte ensimismado en el pensamiento, se presume, de lo que fuera su vida, si no hubiese incurrido en prácticas impropias cuando todavía no tenía la edad para ello.
La pregunta ¿Y por qué?, refleja también la sagacidad de los jóvenes, hembras y varones, que muestran un rechazo a tener que verse en el mismo espejo de sus progenitores y, en forma obvia, prefieren desarrollar sus etapas y potenciales en los ámbitos que les compete, acorde con sus edades.
Es trascendental que, por fin, las autoridades y las demás instancias que tienen compromiso con un mundo mejor, con una vida segura y de protección para niños, niñas y jóvenes, hayan involucrado a la familia, que hasta ahora estuvo ausente de los mensajes y las orientaciones sobre la prevención de los males que los aquejan.
Todo lo que ocurre alrededor de un niño, una niña, un adolescente y hasta de los propios mayores, tiene que ver con la familia y, se ha dicho tanto, que parece llover sobre mojado: la familia es el principal núcleo de la sociedad, en cualquier parte del mundo.
El resultado que comienza a tener el país con el tema del embarazo en adolescentes debe obligar a seguir impulsando la visión de que desde el Estado y desde las esferas organizacionales comprometidas en el propósito de lograr una sociedad más funcional, se involucre a la familia en forma directa. Si no se incluye, es muy difícil alcanzar las metas.
@patriciarache