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¿Y los parqueos dónde están?

Víctor Féliz Solano Por Víctor Féliz Solano
Víctor Féliz Solano
Víctor Féliz Solano

En nuestro país, la movilidad urbana es un dolor de cabeza que afecta a millones de personas cada día. Calles congestionadas, conductores dando vueltas sin cesar en busca de un espacio para estacionar, aceras ocupadas por vehículos y un caos generalizado que parece no tener solución.

Ante este escenario, en 2021 el Gobierno anunció con bombos y platillos el ambicioso proyecto «Parquéat-RD», una iniciativa que prometía construir 20 parqueos públicos en puntos estratégicos para aliviar la crisis del estacionamiento. Cuatro años después, la gran pregunta sigue en el aire: ¿y los parqueos dónde están?

De los 20 parqueos anunciados, sólo uno ha sido terminado y está en funcionamiento: el parqueo Las Atarazanas, en la Ciudad Colonial.

Una infraestructura con capacidad para 196 vehículos que, si bien es un alivio para esa zona, está muy lejos de solucionar el problema de fondo. Mientras tanto, el resto de los proyectos sigue sumido en retrasos, promesas incumplidas y explicaciones que no convencen a nadie.

Tomemos como ejemplo el parqueo Centro de los Héroes 1, un proyecto que debió estar listo en 2023, pero que ahora, según las últimas informaciones, estaría terminado en mayo de 2025, cosa que a todas luces es imposible.

Esto nos lleva a cuestionarnos sobre la capacidad de planificación y ejecución de este tipo de obras. Si una infraestructura de esta magnitud sufre constantes demoras, ¿cómo podemos confiar en que los otros 18 parqueos verán la luz en algún momento?

El problema no es nada más el retraso, sino las consecuencias que esto genera. La falta de parqueos ordenados afecta directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Conductores atrapados en un tránsito infernal, negocios que pierden clientes porque no hay dónde estacionar y peatones obligados a sortear autos en las aceras.

La situación también golpea la economía de muchas zonas comerciales y turísticas que ven reducida su actividad por la imposibilidad de recibir a quienes, sencillamente, no encuentran un lugar donde dejar su vehículo.

Más allá de los anuncios y las justificaciones técnicas, la realidad es que este tipo de proyectos no pueden quedar en el limbo. La movilidad urbana requiere soluciones concretas y urgentes.

En otros países, la planificación de estacionamientos públicos va acompañada de estrategias integrales que incluyen el uso de tecnología, incentivos para la movilidad sostenible y una gestión eficiente del espacio público.

Aquí, en cambio, seguimos esperando respuestas y viendo cómo el tiempo pasa sin avances tangibles. Mientras tanto, la ciudad se vuelve más hostil para quienes dependen del transporte privado, y las promesas de una mejor organización vial quedan en simples titulares de prensa.

Es momento de exigir claridad. ¿Cuáles son las verdaderas razones de estos retrasos? ¿Dónde están los recursos destinados a estos proyectos? ¿Hay algún plan concreto para acelerar la construcción de los parqueos restantes? Los ciudadanos merecen respuestas y, sobre todo, soluciones.

No se puede seguir normalizando que las iniciativas de movilidad se conviertan en eternos proyectos inconclusos.

El tiempo sigue corriendo y el caos vehicular empeora día tras día. No podemos permitir que la necesidad de ordenamiento urbano siga siendo pospuesta.

Las calles de nuestro país ya no pueden esperar más. ¿Y los parqueos? Esa sigue siendo la gran pregunta sin respuesta.

La falta de voluntad política y la burocracia parecen haberse convertido en los mayores obstáculos para el desarrollo de infraestructuras necesarias.

Se requiere una acción inmediata, una gestión eficiente y, sobre todo, que el Gobierno cumpla con su palabra. Los ciudadanos están cansados de excusas, lo que necesitan son soluciones reales y concretas.

Es necesario que las autoridades presenten un cronograma serio y factible sobre la ejecución de los parqueos restantes. No basta con nuevas promesas, la población espera hechos.

Si realmente queremos ciudades más ordenadas y funcionales, debemos priorizar estos proyectos y garantizar que se ejecuten con transparencia. La movilidad urbana no puede seguir siendo un problema postergado indefinidamente.

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