El lunes me desperté y me di cuenta de que he recorrido un camino largo de mi vida casi en un suspiro. Cuando llegas a cierta edad la apreciación del tiempo se mide en sentimientos más que en fechas. Ese despertar no fue negativo, todo lo contrario.
Sentí una gran satisfacción de saber que he vivido con intensidad cada uno de los pasos que me llevan al día de hoy.
Hay personas que lo valoran con una gran nostalgia, para mí llegar a los 50 es una etapa que comienza, con ese camino andando que me da la fuerza de ir a por más, pero con una plenitud que no había sentido hasta este momento.
No sé si es porque realmente me siento bien conmigo misma o porque no soy del todo consciente de que entro en una década nueva.
Hace poco decía que para mí la edad es un número. Y es cierto.
Porque como te sientes, y lo que haces con eso no depende de la edad que tengas, depende de lo que quieras hacer y lograr.
Y en ese sentido, este despertar me trae un nuevo comienzo, una nueva etapa llena de oportunidades y con el convencimiento de que soy una persona que sabe hacia dónde va, que ha vivido tantas cosas que las que lleguen serán acogidas con madurez, con tranquilidad, con entereza.
Pero, al mismo tiempo, sigo siendo la misma de décadas atrás porque hay cosas a las que no voy a renunciar ni en mil años.
Y este es mi deseo para ti que hoy me lees, que no veas las cosas por la edad que tienes sino por cómo te sientes con lo que eres y disfrutes de estar contigo mismo. Si hacen falta cambios, hazlos. Pero siempre, sigue hacia delante.