Hace unos días, la población sufrió la suspensión del servicio de red móvil en una de las empresas nacionales de telefonía.
Esto provocó daños que todavía no se han calculado. Dicha situación nos invita a una reflexión mucho más profunda y hacernos preguntas fundamentales, ¿podemos realizar nuestras labores cotidianas sin servicio de telefonía y conexión a internet? ¿hasta qué punto la actividad humana está dependiendo de una buena conexión de datos?
Al tener que esperar por horas el restablecimiento de un servicio de telecomunicaciones, nos damos cuenta que muchas de nuestras responsabilidades están soportadas por la conectividad.
El trabajo, el entretenimiento y la educación necesitan de conexión a la red para poder realizarse con eficiencia.
En ese sentido, ahora que los diferentes subsistemas educativos están restableciendo las clases presenciales y dejando la puerta abierta a la educación virtual, debemos reflexionar sobre cómo podemos dar garantías de que todos y todas puedan tener igualdad de condiciones a la hora de estudiar en modalidad virtual.
No podemos dejar a nadie detrás.
En la República Dominicana necesitamos estudios científicos, de relevancia y prestigio, que permitan evaluar con humildad y objetividad los puntos que debemos mejorar en el último año escolar ejecutado en medio de una pandemia.
Las instituciones de educación superior deben realizar reflexiones críticas sobre los elementos que funcionaron bien y los aspectos que deben ser mejorados, para que en lo adelante podamos tener una mejora educativa sobre la base de dichos aprendizajes.
Por favor, seamos humildes. No todo estuvo bien. Con prudencia y buen juicio, debemos definir un plan de mejora y ejecutarlo con una continua supervisión y evaluación de la calidad. La brecha digital todavía existe en nuestro país.
Tomando en cuenta esa realidad, apliquemos las medidas que aseguren que nadie se quede fuera del aprovechamiento eficaz de todas las bondades que ofrecen las tecnologías de la información y comunicación aplicadas a la educación. Cerremos, definitivamente, la brecha digital en la educación. ¡Adelante!