¿Y Fernando Henrique Cardoso, qué dice?

¿Y Fernando Henrique Cardoso, qué dice?

¿Y Fernando Henrique Cardoso, qué dice?

Danilo Arbilla

“Fuera Dilma”, “Fuera PT”, “Fuera Lula”, “No a la mafia del Partido de los Trabajadores (PT)”, “El PT y los grandes empresarios son socios y nos están robando Brasil”. Este fue el clamor de cerca de un millón de brasileños (dos millones dicen los organizadores) que este domingo 16 salieron a protestar en más de 200 ciudades del gigante sudamericano.

Lula salió a hablar. No podía seguir esquivando el bulto, aunque a esta altura ha perdido fuerza y credibilidad. Lo suyo es previsible. Hoy por hoy importa mucho más lo que pueda decir el expresidente (1995-2003) Fernando Henrique Cardoso, pero este sociólogo, profesor y filósofo de 84 años, que reencaminó y dio un gran impulso a la economía brasileña – sin ayuda de “buenos precios” externos como ocurrió con Lula- por ahora permanece callado. No dice nada. Lula en cambio sí. Se decidió y salió a defender a la presidenta Dilma Rousseff. ¿ A defender a Dilma, o a su propio pellejo?

En Brasilia los manifestantes llevaban un gigantesco muñeco del otrora modesto dirigente metalúrgico con traje de presidiario. Lula hasta ahora ha podido esquivar a los jueces y fiscales que ya han enviado a la cárcel a algunos de sus amigos y hombres de confianza de siempre, y a grandes empresarios, también allegados a él en épocas más recientes.
La justicia, además, merodea en torno a la propia mandataria y de su padrino y líder político. Mientras, la gente en la calle reclama que Lula sea investigado y que la presidenta “ se vaya”, “ renuncie”, o se le haga un juicio político – “impeachment”- para sacarla.

Lula recurrió a viejos y manidos argumentos que le han dado resultado desde que fundó el Foro de San Pablo. Por ejemplo, culpó de la crisis a los mercados de finanzas internacionales.

Además, salio a politizar y “ensuciar” el partido. Trata así de evitar el riesgo cierto de que todo quede en manos de la justicia: “mensalao”,“ Petrobras”, “gestión de créditos”. Son muchas carátulas para quedarse quieto.
Y nada mejor que salir a “defender la democracia”, denunciar “ el golpe de Estado”, convocar sus huestes a la calle y recurrir a sus amigos del Foro de San Pablo, del ALBA, todos ellos “ muy democráticos” como está probado y que, olvidando que Brasil no es Paraguay, ya han comenzado a hablar de golpes de Estado blandos o disimulados y algunos más groseros, de una conspiración imperialista. Por si esto no alcanzara – lo que es probable- Lula inició contactos con líderes políticos y legisladores brasileños en busca de ayuda para mantener la calma. Varios de estos encuentros han sido públicos. Se dice que en reserva, muy en reserva, también le pidió que interviniera a Fernando Henrique Cardoso, a quien Lula durante años denostó y jamás le reconoció lo que hizo por recomponer la economía brasileña durante su gestión.

¿Hablará Cardoso? Y si se decirle a hacerlo: ¿que dirá?

Quizás analice y explique la pertinencia o no de las medidas económicas tomadas por el gobierno de Dilma, que son uno de los blancos de la protesta. Posiblemente aclare que no es antidemocrático que la Justicia, con independencia, investigue todos los casos de corrupción pública, tal cual lo está haciendo. Puede que advierta que no es atacar la democracia, ni cosa que se parezca, enviar a la cárcel a políticos , funcionarios y empresarios que han cobrado o pagado sobornos y que han usado para eso y para ganar elecciones dinero públicos .

Es probable que dé su opinión sobre el fundamento y oportunidad de un juicio político a Dilma, aclarando, al tiempo, que el juicio político está previsto en la Constitución, por lo que es una falacia hablar de golpe de Estado ( blando, encubierto, constitucional o lo que sea.)

Eventualmente referirá a las manifestaciones populares como un hecho democrático más (aunque hoy el ALBA y el Foro de San Pablo que tanto se llenaban la boca con lo “de la gente en la calle”, hayan variado de opinión).

Sin duda, si Fernando Henrique Cardoso resuelve hablar, habrá que estar muy atento a lo que diga.