@patriciarache
Apoyo plenamente la realización del X Censo Nacional de Población y Vivienda 2022. Es necesario que sepamos ¿Cuántos somos? ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿Qué tenemos? ¿Cómo lo tenemos?
El país necesita contar, como lo tienen otros, con una planificación estratégica que permita adoptar políticas públicas que de una buena vez respondan a las expectativas de la población y a las esperanzas de una sociedad que desde hace mucho tiempo demanda cambios.
Si alguna preocupación debe generar el anuncio hecho por el presidente Luis Abinader, en agosto pasado sobre ese censo, cuya realización está programada del 10 al 23 del presente mes de noviembre, es la baja participación de instancias públicas y privadas, que se advierte hasta hoy en torno a su organización.
Ojalá estar equivocada y que en este proceso hayan participado las autoridades provinciales, municipales, académicas, profesionales, organizaciones de la sociedad civil y otros actores necesarios para que la búsqueda, la organización, tabulación y el resultado de los datos que se propone la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) sea exitoso, confiable y creíble.
Según los lineamientos internacionales, convertidos prácticamente en normas, los censos de población y vivienda se realizan en América Latina, cada diez años, por lo cual, casi siempre, hay coincidencias de fechas para su realización en esta región.
Así, una investigación arroja que en los últimos tiempos se han producido en la República Dominicana seis rondas de censos en los años 1960, 1970, 1981, 1993, 2002, y 2010; y ahora, 12 años después, se proyecta el que correspondía al 2020 y que razones sanitarias justificaron que no se llevara a cabo.
El Observatorio Demográfico 2021 de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/47931/1/S2100995_es.pdf ofrece un panorama completo, sobre la actuación que ha tenido cada uno de los países frente al plazo con el que han contado para realizar su decenal censo.
Un análisis a estos datos refleja que países donde hay una mejor planificación y orden, el censo que correspondía al 2020 y que por la incidencia global del coronavirus y su COVID-19 fue programado para este año 2022, fue reprogramado, entonces, para los años 2023 y 2024, para una mejor organización.
Cuba, El Salvador y Uruguay han proyectado que harán el censo en el año 2023; Honduras, Chile y Bolivia, lo han anunciado para el 2024.
Otros países que programaron el año 2022 como el seleccionado para el censo, como Panamá, que ahora lo anuncia para el 2023; hicieron ajustes; otros, han trabajado para hacerlo en este tiempo, pero previamente convocaron a los sectores sociales e institucionales de sus sociedades para escuchar la opinión y, todos juntos, ver si las condiciones son favorables.
Además, los países de América que lograron iniciar los procesos para realizar el censo en este año 2022, se han asistido de las tecnologías y han implementado el sistema de censo digital, lo que constituye un avance y facilita los resultados del proceso.
La directora de la ONE, Miosotis Rivas Peña, define el censo: “es un gran aliado para la territorialización de las políticas públicas y la construcción democrática de ciudadanía; y un insumo fundamental para el diseño de los marcos muestrales que permiten otras operaciones estadísticas”.
Siendo así, como lo es, creo que ha faltado promoción, involucramiento y las estrategias necesarias para generar la confianza en el resultado que arrojará esa importante herramienta para la posterior adopción de adecuadas políticas públicas a favor de la mayoría, como impulso al desarrollo social, institucional, moral y económico que requiere la patria.