La inestabilidad política; la pobreza; la inseguridad ciudadana; el dominio de bandas armadas; la falta de legitimidad del gobierno y sus instituciones; y,el peligro de desabastecimiento, han llevado a decir que el haitiano es un Estado fallido.
Tiene un territorio; pero deforestado. ¿Desde cuándo puede autogobernarse?; ¿tiene gobierno legítimamente elegido?; ¿la fuerza, la violencia y la delincuencia son sus leyes?; ¿cuáles son sus agencias de seguridad, las bandas agrupadas en la federación G9?
Haití no se gobierna. No tiene gobierno legítimo. Sus leyes son las de la selva. Barbecue convoca la prensa y con sus bandas dominan el territorio, ejercen el monopolio de la fuerza con la “violencia legítima” y nada pasa.
Haití tiene una población.
Pero su emigración no para, agravada desde el terremoto de 2010, que dejó el país hecho cenizas, y por la crisis sociopolítica y económica del “país” desde 2018, rebosándose la copa con el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio pasado.
Haití no es un Estado. Carece, en realidad, de sus elementos configurantes. El territorio haitiano constituiría un país, si pudiera ser considerado como tal. Además, no puede ser considerado país un promontorio sin una entidad políticamente independiente y sin gobierno.
¿Tiene Haití las instituciones y personas con autoridad para establecer las normas que regulan social, política y coercitivamente la sociedad, con soberanía interna y externa sobre un territorio de un Estado altamente vulnerable?
Donde impera el caos, la corrupción, la inseguridad ciudadana, el monopolio de la fuerza está en manos de bandas armadas, no hay autoridades ni instituciones legítimas y donde impera la desunión como nación no existe el Estado. Es lo que ocurre en Haití.
Esto es lo que ha motivado la reacción del gobierno dominicano, pues la vulnerabilidad del Estado haitiano produce un efecto reflejo en nuestro Estado. Lo que han hecho el presidente Abinader y el Consejo Nacional de Migración era lo esperado.
Los retos son ahora la consistencia de una seria política migratoria; y, la continuación de todos los esfuerzos para que la comunidad internacional encuentre una pronta solución al problema haitiano. De lo contrario seguiremos siendo el país más perjudicado, con el riesgo de la fragilidad reflejo.