Leonel Fernández está empeñado en volver a la presidencia, pese a que una parte importante de su propio partido lo rechaza.
Tiene derecho pleno y sus tres presidencias están entre los mejores gobiernos que hemos tenido, si juzgamos en base a cómo fueron votados y sus logros: el crecimiento económico, la estabilidad y avances institucionales (pese a cuanto quieran ningunearlo).
Su gran popularidad, como demostró el domingo en Santiago, corre pareja con una de las mayores tasas de rechazo, igual a como ocurría con líderes como Balaguer o Peña Gómez, que motivaban adhesiones o aversiones viscerales.
Quizás una vuelta al poder de Leonel no resulte tan terrible como sugieren sus enconados adversarios y mucha gente pueda que lo prefiramos ante las alternativas que hoy lucen posibles, según las opciones viables legalmente.
Pero a mí, que he apoyado a Leonel y me considero su amigo desde antes de ser presidente, se me hace difícil digerir que sea lo más conveniente para el país. Por mí, ¡Viva Leonel! Pero, ¿Félix, Diandino, etc.? ¡Zafa!