Al observar las principales portadas de los periódicos nacionales con las atletas de la selección de voleibol henchidas de orgullo recibiendo las medallas de oro de los juegos Panamericanos celebrados recientemente, no pude más que sentir esa esperanza que muchas veces veo desfallecer ante tantas injusticias sociales, politiquería barata y carencias de servicios públicos que merman nuestra energía cada día. Dar lo máximo por el nombre del país debe ser motivo de orgullo para los ciudadanos dominicanos.
Contemplar sus rostros con la devoción en la escucha del Himno Nacional, la mano en el pecho y algunas con ojos cerrados, me supuso una bocanada de aire fresco, de dominicanas comprometidas por amor a su país y a ellas mismas. Porque si te amas no dañas el territorio que habitas ni a los que conviven contigo en él, como han demostrado estas chicas dándolo todo con precisión y maestría, por eso todavía me queda un atisbo de fe de que nuestra sociedad dominicana se puede transformar.