El término pueblo es equívoco. Lo vemos desde el Art. 2 constitucional: “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, de quien emanan todos los poderes…”. ¿Qué es pueblo? ¿Tiene este el poder?
La primera cortapisa del término la vemos en el Art. 22 constitucional, que establece que solo los ciudadanos (quienes hayan cumplido 18 años de edad y quienes estén o hayan estado casados aunque no tengan esta edad, Art. 21) tienen el derecho de elegir y ser elegibles.
Pero, dichos derechos de ciudadanía se pierden por motivos como la condena irrevocable en casos de traición y atentados contra la República (Art. 23 Constitución). También se suspenden en caso de condena a pena criminal e interdicción judicial (Art. 23 Constitución).
Es cierto que existe una obligación a ejercer el sufragio (Art. 208 Constitución). No obstante, su incumplimiento no conlleva sanciones, constituyendo entonces una disposición ornamental.
Votar, además, es un derecho, con lo cual sólo los mayores de edad que no hayan perdido o ver suspendidos los derechos de la ciudadanía, somos los que tenemos libertad de acudir o no a las urnas, reduciéndose la participación en las elecciones y constriñéndose la noción de pueblo.
También, hay muchos dominicanos residiendo fuera, sin centros de votación o aun habiéndolos, por causas diversas no pueden ir a votar o no acuden a ejercer dicho derecho. Asimismo, una parte de la población son niños, niñas y adolescentes, sin derechos de ciudadanía, lo que, nuevamente, comprime la idea de pueblo.
Igualmente, sólo algunos con derecho a ser elegidos participan como candidatos y los cargos son limitados, con lo cual se reduce el ejercicio del poder. También, las elecciones son cada 4 años y no ejercemos directamente el poder durante ese período.
Ejercemos, pues, el poder únicamente una parte de los dominicanos y pocas veces, quedando en cuestionamiento el vago principio democrático de la mayoría y del poder soberano.
Ejercer el derecho al voto es un compromiso con el presente y el futuro. No hacerlo, además del fraccionamiento del poder en nuestras democracias, impide la cohesión social.
Acudamos este próximo domingo sin sobresaltos al centro de votación que nos corresponde, para elegir al presidente y vicepresidente como los senadores y diputados que mejor representen nuestros objetivos, valores y principios, esperando que los partidos políticos nos den el sosiego que necesitamos y que la JCE siga demostrando su madurez institucional.