Como cada vez que lo convocan a votar, el pueblo dominicano dio este domingo una nueva lección de civismo. Vuelve a demostrar que está por encima de las prácticas que caracterizan nuestra política.
Prueba, también, que vota libremente, sin las cautividades que le suelen imputar, un prejuicio que sostienen y propagan quienes no aceptan el resultado de sus decisiones, o quienes piensan que sólo ellos conocen su sentir.
Los comicios fueron asimismo una victoria de los héroes anónimos de nuestro sistema electoral: los ciudadanos que conforman los colegios electorales y los observadores. Cuando todo sale bien no nos fijamos en ellos; cuando sale mal, son la primera y más efectiva línea de defensa del sistema electoral.
Aunque en este momento no sea popular decirlo, también ha sido un triunfo de la Junta Central Electoral, que en vez de colapsar o abandonar sus responsabilidades, hizo todo lo que tenía que hacer.
Aceptó las críticas, escuchó a todos, acató las sugerencias y, al final, superó su momento gris.
Todavía quedan pendientes las explicaciones de lo ocurrido en febrero, eso es ineludible. Pero los dominicanos pudimos votar en circunstancias extraordinarias y adversas, y eso hay que reconocerlo.
En todo este proceso, nuestra clase política exhibió sus méritos. Pese a mantener muchas de sus formas de antaño, hace tiempo que no coloca al país en vilo a la espera del desastre. Supo hablar, supo entenderse, supo estar a la altura. Lo mismo debe decirse de los sectores y organizaciones sociales que asumieron la ingrata y poco apreciada tarea de acompañarlos en el diálogo.
Incluso los manifestantes son fuente del éxito del domingo. Supieron ejercer sus derechos con contundencia, pero sin caer en la tentación -azuzada por sectores que les eran ajenos- de poner en peligro el proceso electoral.
No hay que estar de acuerdo con todo lo que pedían ni con todo lo que hicieron, pero es de justicia reconocer que, al actuar como lo hicieron, fortalecieron la democracia.
Gracias a todos ellos, lo que ahora toca es que la gente celebre o lamente los resultados, que los analice y sobreanalice. Todo un lujo en un momento de crisis global del sistema democrático.
La democracia dominicana fue sometida a una dura prueba, y hasta ahora ha resistido. No tengo dudas de que demostrará lo mismo en el camino que nos queda por recorrer hasta agosto. Y más allá.