Ser el único boxeador profesional que ha ganado ocho títulos mundiales en diferentes categorías, es sinónimo de destreza, coraje, inteligencia y disposición a no detenerse ante nada, en pro de lograr un objetivo de esa dimensión.
Ese es el caso del filipino Manny Pacquiao, quien se alzó con las coronas mosca, supergallo, superpluma, ligero, welter y superwelter, un hito que será casi imposible que lo pueda lograr otro púgil, dado que en casi siglo y medio, nadie había podido lograrlo.
Materializar una proeza de ese tipo, quien la haga tiene por necesidad que saber los pasos que da en lo adelante para no dañar ese legado histórico, el cual le obliga a pensar muy bien los pasos que va a dar, incluso después del retiro, dado que el mundo lo está observando.
Sin embargo, esa no parece ser la creencia de Pacquiao, quien después de alcanzar la gloria, ahora a sus 35 años de edad anuncia que está pensando en volver al ring.
Un atleta que por sus logros, incluso buscó la Presidencia de su país, no puede tener la cabeza tan vacía como para pensar que tiene en la actualidad mínimas posibilidades de lograr actuaciones aceptables.
Si desea conservar su legado, lo más aconsejable, es que se olvide de retornar, porque lo que le espera es una caída dramática del respeto que hoy le tienen los fanáticos.
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