Volver al pasado

Volver al pasado

Volver al pasado

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Volver al pasado no siempre significa un retroceso. En materia de arte, por ejemplo, no se retrocede cuando se disfruta el Triple Concierto de Beethoven, para violín, violoncelo y piano, compuesto en el año 1804, o cuando se admira el cuadro de las Meninas de Velásquez, pintado en 1656.

Por argumento “a contrario”, como dicen los abogados, tampoco se puede afirmar que todo lo que se inventa en los tiempos actuales es bueno ni significa progreso.

El territorio dominicano, con sus 48,000 kilómetros cuadrados de extensión, está dividido en 31 provincias y un distrito, fruto de sucesivas leyes inspiradas en un afán clientelista y en ventajas particulares de nuestros legisladores.

Pero no conformes con ésta exageración, algunos insensatos están proponiendo que Santiago se desprenda de un pedazo de su geografía para crear un nuevo municipio, con su secuela de nuevos alcaldes, regidores y empleados para engrosar la burocracia improductiva del país.

Comparemos nuestra provincias apiñadas en 48 mil kilómetros con otras naciones, si queremos morir de vergüenza:

Australia, seis estados y 7 millones de kilómetros cuadrados; Canadá, diez provincias y diez millones de kilómetros cuadrados; Brasil, veintiséis estados y ocho millones de kilómetros cuadrados; Argentina, 23 provincias y tres millones de kilómetros cuadrados… y así por estilo.

En vez de estar pensando en subdividir cada día más el territorio, nuestros insensatos del patio deberían mejor estudiar la posibilidad de volver al pasado y recordar que cuando Colón llegó a esta isla la misma estaba dividida en tan solo cinco cacicazgos, y los indios vivían felices y contentos.



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