Lamentablemente, como diría José Luis López-Aranguren, los valores morales se han perdido sepultados por lo económico. Pero, el mundo actual basado en comportamientos egoístas, consumistas y materialistas divorciados de lo mejor ya no es sostenible.
Una pandemia global nos ha confrontado con nosotros mismos demostrándonos que podemos prescindir de todo lo superfluo y rescatar lo que verdaderamente importa en la vida: la familia, los valores y la protección del entorno natural: nuestro único tesoro y refugio ante la adversidad.
Al amor de la familia nos cura del aislamiento y la soledad, los principios nos libran del fracaso existencial y la naturaleza de la locura mental que produce la vida automatizada y el encierro. Hoy más que nunca sabemos que, literalmente, respirar aire puro es imprescindible para poder vivir.
También necesitamos respirar aire puro en la sociedad y en la política. Los malos ejemplos, la codicia, el fraude y la corrupción tampoco son sostenibles. Soplan nuevos vientos en el país y en el planeta. La vuelta a la ética no puede postergarse. Es un imperativo social convertido en una obligación individual.
El poder ya no puede ser sólo estrategia y resultados expresados en maquinarias partidarias clientelares, ganancia de elecciones y ejercicio gubernamental divorciado de la virtud. El respeto al Estado y al pueblo ya no es exclusivamente cosmética, es ética que se demuestra con desarrollo, vida digna, erradicación de la pobreza y la vulnerabilidad, transparencia y buen gobierno.
Parafraseando a Demócrates, el horizonte de estos tiempos nos está indicando que no todo está perdido. Que hay esperanza porque ya los malos no sirven de ejemplo. Se convierten en la vergüenza de la sociedad. Los buenos comportamientos basados en la ética y la moral ya no pueden ser mofa o burla.
Tienen que ser regla, no excepción. Que esa ética basada en lo bueno y lo mejor para la patria, las familias e individuos, sea nuestro compromiso, búsqueda y accionar cotidiano y se convierta en el estandarte de las empresas, las instituciones y los gobiernos.