Cada día tenemos la oportunidad de volver a empezar. No cada año o cada cumpleaños, pues los nuevos inicios no los marca el calendario, los elegimos nosotros.

Pudieran ser fechas significativas o la elección puede suceder de buenas a primeras, un deseo salido del corazón… porque así lo sentimos y así lo queremos, sin excusas ni razones rebuscadas, pues los verdaderos cambios nacen de la consciencia.

Siempre he escrito que la vida es una elección. Nuestra elección. No lo que quieren otros ni lo que nuestros seres queridos entienden que nos conviene.

Podemos escuchar, valorar las opiniones y consejos, pero cada cosa y cada decisión en nuestra vida debe ir alineada a lo que sentimos dentro, lo que nos identifica, lo que nos hace felices, en fin, lo que nos mueve el piso… y es que, sin esa alegría que sentimos al hacer lo que nos gusta, los logros no saben ni se sienten igual.

Cada cierto tiempo es bueno hacer un alto. Alejarnos del ruido del mundo. Regalarnos un tiempo para escucharnos, sentirnos y, ¿por qué no?, amarnos. Tiempo y espacio para percibir la riqueza de nuestras vidas. Muy a menudo sucede que descubrimos los milagros de la vida en medio de la tranquila soledad.

Intenta tomarte un “break” y asumir el riesgo de permanecer solo hasta que el brillo de tu vida se muestre a sí mismo, pero recuerda que solo desde la autenticidad, la alegría y el amor podemos descubrir y aceptar lo que habita en nuestro interior.

Es bueno preguntarnos en ese tiempo, cuáles son mis necesidades y qué es esencial para vivir. ¿Lo material? ¿El lujo? ¿ El exhibicionismo? ¿El tener y poseer? ¿La acumulación?

En este 2022 que ya va corriendo, enfoquemos el ojo de la cámara en lo realmente importante y aprendamos de las lecciones de la pandemia del Covid-19 para volver a empezar desde una óptica más realista, humana y sensible.