La cultura dominicana pertenece de pleno derecho al patrimonio occidental. Primero por su lengua, el castellano, segundo por sus usos, costumbres y racionalidad.
Esto no niega el rico acerbo africano que nos nutre y de lo cual debemos sentirnos orgullosos. Somos una cultura mulata de raigambre occidental.
En cuanto occidentales nos debemos a la matriz griega clásica, ese pensamiento vigoroso que se forjó entre los siglos V y III antes de nuestra era, y que se articulo gracias a la tenaz lucha de los pueblos de la Hélade contra la penetración persa. Si los últimos hubiesen triunfado otra cosa seríamos.
En ese tesoro griego sobresalen Platón y Aristóteles, quienes marcan la pauta del resto de nuestra historia, incluido el legado greco-cristiano. Nuestra antropología se mueve entre el platonismo y el aristotelismo, y como decía mi querido amigo, el P. José Antonio Esquivel sj, todo el pensamiento occidental puede ser identificado como deudor de uno de esos dos colosos.
Es tan profunda la influencia de ambos que no nos imaginamos un realidad diferente a la heredada por ellos. En castellano podemos acceder directamente a sus textos gracias a la Colección de Gredos, que ya aparece gratis en Internet.
Leerlos y analizarlos es un insumo inigualable para encontrar las claves del presente y del futuro. ¿Cuán platónica o aristotélica es nuestra cultura dominicana?
Es asunto a analizar y debatir. La filosofía por supuesto no es simple exégesis de textos o autores muertos, pero sirve como entrenamiento y orientación a las influencias presentes.