“Incluso arrastrándose en la arena, la enredadera florece”. Esta frase del poeta Tagami Kikusha tiene una clara similitud con los efectos de una vigorosa voluntad humana.
Nuestra historia registra incontables y sorprendentes episodios protagonizados por personas que ponen en evidencia que solo se precisa de gente de recia voluntad para que suceda lo extraordinario.
Y es en este punto que debemos detenernos a pensar en cómo enfocar nuestras energías para lograr cambios positivos en nosotros, en los demás y en nuestra sociedad. Nos pasamos el tiempo quejándonos de lo malo que nos pasa o lo malo que hacen los demás.
Es momento de pensar en qué podemos hacer nosotros para que nuestro entorno mejore. En esos pequeños detalles que hacen la diferencia. Nos pasamos la vida afanando con los desafíos diarios.
Aunque muchos, paralizados por el miedo que sienten, retardan el afrontar situaciones infortunadas y otros optan por perpetuar desatinos, hay quienes –apelando a su voluntad- se colocan sobre su propio estado de ánimo, por encima de los inconvenientes, desaciertos y adversidades, logrando cambiar cualquier circunstancia.
La verdadera dificultad no es el problema sino la forma en que afrontamos el problema. Permítete potenciar ese poder que llevas dentro, ejercitando tu voluntad con firmeza.
Aplícala en la construcción de una mejor vida y los logros te sorprenderán, pues, como bien dijo Mahatma Gandhi, “la fuerza no proviene de la capacidad física, sino de una voluntad indomable”.
