La República Dominicana vive una de las crisis más difícil en su historia, los males que golpean esta media isla atraviesan toda la geografía y un poquito más allá, llegando a la diáspora. La inflación es cada vez más alta, los salarios más bajos, la delincuencia se ha apoderado de las calles y la desesperanza se apoderó de los dominicanos.
La gente ha perdido la fe en las autoridades, son pocos quienes creen que este gobierno pueda brindar solución a las grandes problemáticas nacionales. Esa desesperanza ha llevado a miles a buscar una salida fuera del país. A pesar de los riesgos, muchos entienden que la «vuelta es por México», es eso o enfrentarse a la crisis en su tierra con la diferencia de que aquí no se cobra en dólares ni hay eficientes servicios públicos, de hecho, todos han empeorado.
Lo triste y hasta paradójico del caso es que el denominado gobierno del cambio, cual casa de empeño, contrató los servicios de la mayoría de los activistas que antes solían denunciar esas irregularidades.
Muchos de los que en el pasado denunciaban la corrupción, la impunidad, el nepotismo o el concierto de préstamos que se celebraba en el Congreso cada semana, hoy permanecen en un silencio cuasi sepulcral ante los mismos flagelos.
Algunos de los exactivistas presiden direcciones gubernamentales, otros tienen contratos temporales y hay quienes aceptaron las cuestionables asesorías, que antes tildaban de «botellas».
Lo criticable no es trabajar para el Gobierno o ser parte de algún organismo de toma de decisión del Estado, lo realmente cuestionable es alquilar sus voces, permanecer callados cuando en este gobierno se siguen repitiendo todos los males que ayer criticaron y los llevaron a movilizarse.
A cualquiera que levante su voz en señal de protesta contra las irregularidades que se vienen dando en el gobierno de Luis Abinader, ellos; en una actitud de evidente manipulación, lo tildan de peledeístas, repitiendo así el mismo discurso que usaban las bocinas del PLD contra todo el que protestaba.
Algunos exdirigentes de organizaciones sociales con historial de lucha, hoy parte del tren gubernamental, han ido más lejos y hasta han salido a ofrecer prebendas y obras sociales a dirigentes que han realizado llamado a huelga en comunidades del Cibao, convirtiéndose en escudo o apaga fuego del gobierno del PRM.
El daño que esto provoca al movimiento social es muy nefasto. La percepción que genera en la mentalidad de todo el dominicano que creyó en los movimientos de lucha que se levantaron contra la corrupción e impunidad imperante en los gobiernos del PLD, es la de que estos activistas lucharon por intereses particulares, por un nombramiento y aunque no haya sido así, sus voces, hoy empeñadas, no contribuyen a desmentirlo.