Moscú.-En todas las cumbres el papel de malo de la película parece que siempre le corresponde al presidente ruso, Vladímir Putin, ofrezca una manta a la primera dama china o decida ausentarse de un desayuno de trabajo para echar una cabezadita.
Aunque el jefe del Kremlin parece cómodo en ese papel, sus asesores se pasan el día aclarando malentendidos tras cada sesión de fotos, acto protocolario o encuentro bilateral, sea en Pekín (APEC) o en Brisbane (G20).
Parece que un desliz o un mal gesto de Putin es el tesoro más preciado para los medios de comunicación, ahora que faltan líderes carismáticos, como era el caso del fallecido Hugo Chávez, el asesinado Muamar el Gadafi o del convaleciente Fidel Castro.
La imagen del líder ruso no ha mejorado con el reciente reconocimiento como el hombre más poderoso de la Tierra, según la revista norteamericana “Forbes”, dejando por segundo año consecutivo en la cuneta al mismísimo presidente de EEUU, Barack Obama.
Más bien al contrario, la imagen de fortaleza incombustible de Putin y la aparente debilidad de Obama parece que no hacen sino animar a los detractores del Kremlin a buscarle las cosquillas aún con más ahínco.
En apenas unos días, Putin ha acaparado todas las portadas, pero no precisamente por sus declaraciones sobre el conflicto en Ucrania o sus críticas a Occidente.
En la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Pekín, la comidilla no fueron las disputas comerciales sino el gesto galante de Putin al poner sobre los hombros de la primera dama china una manta durante la cena de gala.
Los medios no dudaron en acusarle de romper el protocolo, no digamos las tradiciones del país anfitrión, China, conocido por su conservadurismo en lo que se refiere a las muestras públicas de afecto.
Además, informaron sobre que, supuestamente, una incómoda Peng Liyuan, la esposa del presidente chino, había rechazado el gesto de caballerosidad de Putin.
“Tradición o no tradición, mujer o no mujer, el frío es para todos igual. El hecho de que le ofreciera una manta es un comportamiento normal, un gesto normal que, seguramente, haría cualquiera”, dijo Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin.
A su juicio, “lo demás son prejuicios y discusiones inútiles, absolutamente absurdas». La realidad, como se desprende de las imágenes, es que Peng aceptó en un primer momento la manta y sólo segundos después se la quitó para ponerse la chaqueta que le ofreció uno de sus ayudantes, ante el gesto de aprobación del jefe del Kremlin.
A la polémica contribuyó la censura china, que no tardó en eliminar de internet el vídeo con las imágenes de Putin y Peng, popular cantante de ópera del Ejército chino.
Con esos antecedentes, Putin viajó a Australia, donde en un intento de rebajar la tensión no dudó en abrazar a un koala, no en vano es conocido por ser un gran amante de los animales.
Le sirvió de poco, ya que nada más comenzar la cumbre, el primer ministro canadiense, Stephen Harper, no tuvo empacho en espetarle que Rusia “debe irse de Ucrania».
“El presidente respondió que, lamentablemente, esto es imposible, ya que nosotros no estamos allí. Quería decir el Ejército ruso”, dijo Peskov. La prensa occidental describió la escena como un claro desplante a Putin, pero el Kremlin lo negó rotundamente. “Todo ocurrió en el marco de la decencia. De nuevo ha tenido lugar una hipertrofiada emisión de información que no tiene nada que ver con la realidad”, precisó el portavoz.
Por ese motivo, según la prensa, Putin se proponía abandonar la cumbre antes de tiempo, rumores que fueron tachados de “sandeces» por Peskov, quien negó que alguno de los interlocutores hubiera presionado a su jefe con nuevas sanciones por Ucrania.
No obstante, Putin sí abandonó horas antes de lo debido Brisbane, aunque explicó que lo hizo simplemente por cuestiones de agenda y para poder dormir un poco antes de volver al trabajo.
“Para que no haya ninguna especulación sobre por qué no asisto al desayuno de trabajo, se queda aquí el ministro de Finanzas y él informará sobre nuestros esfuerzos en materia de lucha contra el ébola”, afirmó. Y explicó- “Tenemos que volar nueve horas hasta Vladivostok y desde allí a Moscú otras nueve horas.
Luego hay que llegar a casa y el lunes hay que trabajar. Al menos tengo que dormir cuatro o cinco horas». “Me acerqué a Tony (Abbot, el primer ministro de Australia) y él lo entendió, así que aquí no hay otras interpretaciones. También pude despedirme de algunos colegas”, agregó.
En las últimas semanas el Kremlin también ha tenido que salir al paso sobre los rumores de que Putin sufre un cáncer mortal, según unos de espina dorsal y otros de páncreas o de próstata. «¡Que esperen sentados! ¡Que se muerdan la lengua! Todo está bien”, respondió un estoico Peskov.