No está en el Gobierno ni en el Congreso, pero es el hombre clave de la política peruana.
Vladimir Cerrón, de 50 años, neurocirujano de profesión, se ha convertido en el gran protagonista. En un país en el que la polarización se ha vuelto tónica dominante, sus oponentes lo acusan de ser quien marca la agenda del presidente Pedro Castillo, candidato en las últimas elecciones de Perú Libre, partido fundado y aún liderado por Cerrón.
Criado en una familia de izquierdas y formado como médico en Cuba, Cerrón no pudo ser el candidato por la sentencia que lo condenó por corrupción en 2019 y lo inhabilitó para el ejercicio de cargos públicos.
El partido optó entonces por Castillo, que no formaba parte del mismo pero había ganado popularidad entre el gremio de profesores por su labor como sindicalista.
Castillo sorprendió a todos siendo el candidato más votado en la primera vuelta y acabó convirtiéndose, contra todo pronóstico, en presidente de la República tras derrotar a Keiko Fujimori en la segunda vuelta.
Pero Cerrón sigue acaparando tantos titulares o más que él.
Fujimori aseguró en la campaña que, si Castillo llegaba a la presidencia, el verdadero poder en la sombra sería Cerrón, que convertiría a Perú en un país comunista al estilo de Cuba o Venezuela.
Castillo se defendió de los ataques subrayando su perfil más moderado y lanzando mensajes de tranquilidad a los mercados, pero persisten las dudas sobre cuánto poder e influencia en las decisiones del gobierno tiene realmente Cerrón y sobre la relación entre ambos.
Yerel Vásquez, investigador del Instituto de Estudios Peruanos, le dijo a BBC Mundo que «Cerrón tiene la imagen de alguien que interviene constantemente, pese a que Castillo señala que quien toma las decisiones es él».
«Esto está provocando tensiones incluso dentro del gobierno«, añade.
Cerrón, que declaró a su partido marxista-leninista y se ha manifestado en contra de que los homosexuales se casen y adopten niños, promueve una reforma constitucional en Perú.
Es su objetivo declarado y el escenario que más temen sus adversarios y muchos peruanos que contemplan con preocupación la deriva política del país.
Del Perú más pobre a la Cuba castrista
Cerrón nació en la provincia de Chupaca, en el departamento de Junín, uno de los más pobres de Perú, en el seno de una familia de convicciones izquierdistas.
Su padre, Jaime Cerrón Palomino, vicerrector de la Universidad Nacional del Centro del Perú, murió brutalmente asesinado en 1990 después de ser secuestrado y torturado junto a su chófer por un grupo de hombres armados.
Era la época en la que los grupos armados de izquierda Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru rivalizaban en el campus de Huancayo y a ambos les respondían con acciones no menos sangrientas que las suyas el Ejército y los servicios de seguridad.
Vladimir dijo que la muerte de su padre le ayudó a «madurar políticamente«.
Comenzó estudios de Ingeniería Eléctrica, pero no los concluyó, y, con ayuda de su madre, la también profesora Bertha Rojas López, a la que describió como una «mujer combativa», Cerrón consiguió una beca para estudiar medicina en Camagüey, Cuba.
Allí se convirtió en neurocirujano. La experiencia cubana le marcó y consolidó sus ideas socialistas. En una reunión con empresarios en 2015 dijo que allí «aprendió muchas bondades que tenía Cuba» y elogió la figura de Fidel Castro porque «ayudaba al tercer mundo, pero no practicaba el robo de cerebros».
Su esposa, Lissette Paez, es cubana, aunque más tarde se naturalizó peruana.
La formación de Perú Libre
Tras ejercer la medicina en Huancayo y publicar artículos y libros de investigación en su campo, Cerrón se inició en la política en su Junín natal.
Fundó el partido Perú Libre y en 2010 fue elegido gobernador de Junín, cargo que perdería en las elecciones de 2014, pero que recupera en 2019 tras un nuevo triunfo electoral.
En el paréntesis se postuló como candidato a presidente de Perú, pero desistió ante sus escasas perspectivas de éxito.
Michael Albertus, investigador de la Universidad de Chicago señala que «uno de los grandes objetivos de Cerrón es impulsar el avance del Perú rural frente a la élite de Lima», y sus años de gobernador en el empobrecido Junín le permitieron presentarse como favorecedor de esa causa.
El mismo Cerrón lo dejó claro cuando reivindicó a Perú Libre como «el único partido provinciano» y abogó por la descentralización: «No puede ser que Lima se siga quedando todos los recursos».
Pero si hay algo valioso para Cerrón de su paso por la política regional es el partido que logró consolidar. «Consiguió formar una maquinaria política regional, capaz de canalizar voluntades», señala el analista político peruano Gonzalo Banda.
En un país caracterizado por la debilidad y volatilidad de sus partidos políticos, la solidez orgánica de Perú Libre es el gran éxito de Cerrón.
Pero la etapa de Junín estuvo marcada también por acusaciones de corrupción y clientelismo.
De aquella época viene el escándalo conocido como «Los dinámicos del centro», una trama para la venta de permisos de conducción en el gobierno regional por la que se investiga a Cerrón y a Guido,Bellido, uno de sus hombres de confianza y elegido recientemente primer ministro por Pedro Castillo en medio de una gran polémica.
La investigación judicial de este caso podría suponerle a Cerrón su segunda condena. La primera llegó en 2016. Cuatro años de cárcel por un delito de negociación incompatible por pagos irregulares a contratistas del gobierno regional.
No tuvo que ir a la cárcel, pero la condena le impide presentarse a cargos públicos. Aunque eso no ha supuesto ni mucho menos su final político.
Cerrón colocó a su hermano Waldemar como líder de la bancada de Perú Libre en el Congreso y la posición de Bellido como primer ministro, si es que el Congreso la confirma, le asegura la presencia de uno de sus fieles al frente del Ejecutivo y un contrapeso a Castillo.
Contra el matrimonio gay
La politóloga peruana Denisse Rodríguez-Olivari indica que «Cerrón y Perú Libre representan una izquierda muy conservadora, lejos de la izquierda urbana y más abierta en lo social de otras opciones».
Cerrón se ha mostrado abiertamente en contra del matrimonio homosexual y de que las parejas gays puedan adoptar. En esto, Perú Libre no se diferencia de sus rivales del fujimorismo.
Cerrón también se ha opuesto a la divulgación de lo que llama «ideología de género» en las escuelas, de lo que culpa al «capitalismo neoliberal».
«Como hay un mercado virgen, que es el varón, donde todavía no se ha explotado la silicona, las cremas y todo eso, el capitalismo quiere entrar, y para eso necesita cambiar la mentalidad de las nuevas generaciones», declaró en una entrevista con la cadena Cutivalú.
Un papel muy activo en la política actual
La batalla política sigue al rojo vivo en Perú, justo cuando el gobierno designado por Castillo busca la aprobación del Congreso.
Y las tensiones en las filas gubernamentales siguen polarizando el debate.
Si la elección de Bellido como primer ministro se interpretó como un triunfo de Cerrón y los más radicales, la designación de Pedro Francke, antiguo funcionario del Banco Mundial, como ministro de Economía fue vista como un tanto a favor de los moderados.
Pero en la inestable política peruana, siempre llegan las sorpresas. Y la semana pasada dimitió Héctor Béjar, ministro de Relaciones Exteriores, después de que se difundieran unas declaraciones suyas en las que afirmó que «el terrorismo en Perú lo inició la Marina».
Béjar, un sociólogo conocido por sus ideas de izquierda desde hace años, es ideológicamente cercano a Cerrón, que ya ha expresado su disgusto por su sucesor.
El nuevo canciller, Óscar Maúrtua De Romaña, no representa el sentir de Perú Libre. Nuestro Partido es un ente integrador y soberano, apuesta por una Latinoamérica unida independiente, rechazando cualquier política injerencista o servil.
— Vladimir Cerrón (@VLADIMIR_CERRON) August 21, 2021
Cerrón presiona para que Castillo no se desvíe de su promesa electoral de promover una nueva Constitución para Perú, pero cada vez hay más indicios de diferencias entre ambos.
Muchos observadores pronostican que impedirán que Castillo agote su mandato, pero ese no es su único problema. El presidente se enfrenta también a una oposición muy hostil en el Congreso y de la mayoría de grandes medios de comunicación del país.
La batalla sigue abierta y ese el escenario en el que mejor se mueve Cerrón, al que no parecen amilanar las críticas. Olivari cree que algunas de las que recibe llegan porque es un peruano «racializado» y a algunos sectores todavía no toleran su presencia en política.
«Sabe que es un hombre controversial y la gente quiere escucharlo, y eso le gusta», añade Olivari.
Para Gonzalo Banda, se trata de un dirigente que «busca el poder en sí mismo».
Y esa lucha está ahora más enconada que nunca en mucho tiempo.