Mientras esperaba en una fila para poder entrar a un restaurante en Barcelona, escuché un comentario que me consternó: “para mi todas las dominicanas son morenas, con el pelo crespo y se la pasan bailando en la playa”.
Esa es la imagen que tiene un joven catalán de 23 años que ha viajado a República Dominicana. Supo el nombre real de mí país cuando se lo dije, antes de ese día pensaba que se llamaba Punta Cana.
Luego de ese acontecimiento, me puse a indagar sobre cuál es la imagen de las dominicanas en Barcelona. Les hice la pregunta a varias personas, de diferentes edades, sexo, profesión y creencia religiosa (pienso que todos esos indicadores influyen a la hora de sacar una conclusión), y los comentarios que escuché son merecedores de compartirlos en este artículo para que nos cuestionemos sobre cuál es la imagen que proyectamos en otros países.
Lo primero es que son pocos los españoles que saben que la Patria que fundó Duarte lleva por nombre República Dominicana, para muchos de ellos se llama Punta Cana.
Lo segundo, piensan que todas las dominicanas somos morenas (casi azul, fue la referencia de aquel joven catalán) con el pelo crespo, que no trabajamos y solo bailamos bien con una cerveza en la mano.
Tercero, piensan que como somos una isla, todo es playa, sol y ron. No se imaginan que tenemos un metro, ni Ágora Mall, que ya tenemos wifi en muchos lugares y mucho menos se imaginan que tenemos una franquicia de Applebee´s.
Esto no solo pasa con los españoles. Tuve la oportunidad de conocer personas de Pakistán, Marruecos, Colombia, Costa Rica, Perú, Francia y la opinión de ellos sobre las dominicanas… era la misma.
Tal vez nos cause gracia, pero son cosas que como país debemos evaluar. Nuestro turismo “inagotable” no debe de basarse en las playas, en bebidas o en “las mujeres que bailan bien” como dice el merengue de la Banda Caña Verde. Como país tenemos más cosas que mostrar. Tenemos la Zona Colonial, nuestro casco histórico que conserva la parte más importante de nuestras raíces; tenemos nuestro malecón; nuestros museos; el monumento a Fray Antón de Montesino; la Plaza de la Bandera; los coches antiguos que transitan por el malecón; nuestra comida; y un sin número de áreas que en la actualidad están descuidadas, pero se pueden mostrar y ser una estampilla turística para el mundo.
Si las autoridades pusieran interés en estos elementos y dejaran de invertir en un turismo insostenible, nuestros nietos podrán disfrutar de una economía basada en el turismo como tanto se alardea. Mientras se siga invirtiendo en publicidad playera, con mujeres mulatas con poca ropa, cerveza en la mano, y en promover Punta Cana como única zona “mostrable” o turística del país, seguiremos transmitiendo el mensaje equivocado.
Lo ideal sería hacer una publicidad basada en nuestra historia, en nuestros monumentos, en nuestra gente (la esencia de nuestra tierra), en la música y en nuestra amplia gama de alimentos típicos, para cuando haga la misma pregunta en Barcelona, reciba otras respuestas.
La marca “RD” debemos llevarla con orgullo. Los mejores promotores y relacionistas públicos de esta marca somos nosotros, los dominicanos.
Estar en otros países, hablar de nuestra comida, de nuestra historia, de nuestra cultura es la mejor promoción que le podemos hacer a nuestra marca. Pero para eso hay que sentirse identificado.
No puedo describir mi sentir cuando me hacían la pregunta de dónde vengo y ver la reacción de la gente cuando no sabía qué era ese lugar, pero desde que les decía: “es el país donde está Punta Cana”, respondían: “Ah! Si claro. Ya sé cuál es”.
Como diría un buen dominicano… “De por Dio”, nuestro país es más que Punta Cana, es más que las playas, es más que la cerveza y más que las mujeres que bailan bien.
Se trata de cambiar el discurso y centrarlo en lo que de verdad es “inagotable”, en la esencia de la isla, en lo que nos identifica como país, en lo que no le debemos a nadie, en lo que nunca perderemos a pesar del paso de los años; se trata de nuestro mejor producto… nuestra gente.