- Publicidad -

- Publicidad -

Vivir en Cristo

Altagracia Suriel Por Altagracia Suriel
Altagracia Suriel
📷 Altagracia Suriel

Vivir parece lo más normal, sin embargo, es un triunfo, un milagro. Las preguntas filosóficas ante la vida conducen necesariamente a respuestas trascendentes y espirituales. Los argumentos materialistas o hedonistas son insuficientes en dar razones para vivir.

Nadie pidió vivir, sin embargo estamos vivos. El misterio de la vida sólo se comprende desde su aceptación. Cada vez más, el sin sentido amenaza la existencia humana y se expresa en la negación de la vida o en su degradación.

Morir en vida es la gran amenaza de hoy. Este estado se expresa en existencias de autómatas o esclavos de un sistema que preconiza los bienes y el estatus como fin absoluto.

“Tanto tienes, tanto vales” es la prédica de la religión del homo economicus que ahora se alía con la del homo technologicus que aspira a embriagar la vida de lo virtual, profundizando así la confusión y el vacío existencial.

Redescubir la vida nos lleva a profundizar en la vida en Cristo, en entenderla como sacrificio y sentido último.

Si queremos vida en abundancia no podemos buscar la plenitud en lo efímero, sino en Cristo. El vino para darnos vida en abundancia. La abundancia no son las posesiones, sino la riqueza interior que nos orienta a dar la vida como un don gratuito. La vida se nos da para que la demos. La auténtica vida es ofrenda, no afrenta.

La vida que Jesús nos da es el fruto de la cruz. El mismo nos invita a cargar con nuestra cruz y a seguirlo. La fortaleza para poder llevar la cruz viene de él.

Cargar la cruz de Jesús es aceptar que la realidad de la vida son las relaciones que hay que construir y mantener en base a renuncias, las pérdidas, las decepciones, las enfermedades, la vejez y la muerte.

La vida es una responsabilidad. Vivirla implica tomar decisiones que en el día a día nos permitan descubrir el sentido de la vida más allá de nosotros mismos: en los demás, en el bien, el servicio, en causas que nos trasciendan. Una vida sin sentido es estéril.

Como decía Viktor Frankl, la vida no nos debe nada, es ella que espera de nosotros. Por nosotros, espera la pareja, los hijos, los padres, los hermanos, los amigos, la ciudad y el mundo.

Etiquetas

Altagracia Suriel

Columnista de El Día

Artículos Relacionados