Vivir a Don Bosco

Vivir a Don Bosco

Vivir a Don Bosco

Altagracia Suriel

El 31 de enero celebramos a San Juan Bosco, fecha que en el país se ha establecido como el Día Nacional de la Juventud.

Este santo del siglo XIX sigue vivo y es inspiración para la iglesia y para los cristianos.
El mensaje de Don Bosco nos invita a vivir desde la alegría, la confianza en la Providencia Divina, la perseverancia y el amor incondicional.

La alegría: Don Bosco repetía a sus jóvenes que vivieran en alegría como antídoto frente a las tentaciones. Siempre decía: “Tristeza y melancolía, fuera de la casa mía”. La alegría que proponía Don Bosco no se basa en mera diversión o en carcajadas que enmascaran sentimientos de vacío. Él se refiere a la alegría que nace de un corazón puro y libre de maldad.

Confianza en la Providencia: La gran obra que hizo Don Bosco de rescatar a miles de jóvenes de la Italia de su tiempo y que ha sido continuada por los salesianos en todos los rincones del planeta se pudo concretar por su absoluta confianza en la Providencia Divina.

Su fe en la provisión de Jesús y María se convertía en milagros expresados en donaciones inesperadas para su obra, en bendiciones oportunas en los momentos de mayor necesidad y manos solidarias que se unían cada día a su la misión.

Ese abandono en lo divino lo expresó también en su amor a la Virgen Auxiliadora de quien decía: “Tengan gran confianza en la Virgen y verán lo que son milagros”.

Perseverancia: Don Bosco no se amilanó ante los obstáculos que encontró incluso en el mismo seno de la iglesia. Por la originalidad de su obra y sus acciones, una vez fue tildado de loco y hasta lo intentaron internar en un manicomio. Su camino fue de muchas espinas y sufrimientos, sin embargo, siempre mantuvo la templanza y la perseverancia para lograr lo que quería: rescatar a los jóvenes pobres y abandonados.

Amor incondicional: Don Bosco amaba tanto a sus muchachos que estaba dispuesto incluso hasta dar la vida por ellos. Los buscaba en las calles y en las cárceles, los quería incondicionalmente.

Por ese amor, un delincuente se transforma en un hombre de bien porque sabía que le importaba a alguien, a Don Bosco. Ese es el tipo de amor que estamos llamados a ofrecer a los demás.



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