A medida que avanzan los años y las fechas se van convirtiendo en una mera acción comercial, vemos como las personas brincan y saltan como ovejas al escuchar las palabras “especiales”, “descuentos” y “rebajas” para lanzarse a comprar cosas que, talvez en ese preciso momento no necesitan o simplemente no pueden adquirir porque el presupuesto no les da.
El consumismo llegó y se ha estacionado de manera indefinida en los hogares y corazones de los dominicanos. Ahora compramos más de lo que necesitamos y vivimos endeudados porque entendemos que estamos ahorrando con el espejismo de las ofertas.
En los cursos de finanzas personales lo dicen claro: “todo gasto no planificado, automáticamente, se convierte en una deuda”.
Las experiencias de las fechas festivas, que ahora son la excusa de los comercios para vendernos con la utopía de los descuentos, se han convertido en la borrachera de los incautos, pues después de un día de parranda la resaca los mata a la mañana siguiente.
Escenas como las vistas en los dos últimos años del esperado “Black Friday” son el espejo de una sociedad de ovejas encaminadas al precipicio por la propaganda publicitaria, el ego, el consumismo y el deseo de tener y ostentar.
Nos bombardean con mensajes de ahorro en todo tipo de artículos por varios días y muchos buscan donde no hay para comprar el “sueño de la comodidad”, pues todos entendemos que trabajamos tanto que nos merecemos tener lo que queremos, no lo que necesitamos… y en esa pequeña línea es que nos convertimos en ovejas.