Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.
No hay que ser mago para saber que nuestras vidas son el reflejo de nuestras decisiones. Creo que gran parte de mis columnas llevan, debajo del brazo, ese mensaje dentro del pan.
Tenemos el poder de elegir y nadie, pero nadie, tiene la culpa de nuestras elecciones, aún si las tomamos pensando que tenemos circunstancias atenuantes o terceros agravantes.
La verdad es que podemos, y tenemos el derecho, de elegir centrándonos en nosotros, lo que queremos, deseamos y anhelamos, entrenando nuestra mente para avanzar hacia nuestros objetivos con serenidad, construyendo eso que vamos a disfrutar cuando la juventud llegue a su ocaso. ¿Qué si causa miedo? Por supuesto, pero eso no significa que no se pueda lograr.
Todos los días nos enfrentamos a decisiones. Y así como nosotros lo hacemos, los demás también. Siempre hay que elegir. Como tenemos que hacerlo, nos guste o no, ¿por qué no hacerlo con intención?, ¿por qué no tomar la decisión de elegirnos, claro, sin matar a nadie en el intento?
Muchas personas caen en el error de renunciar por miedo a lo desconocido o a no controlar los resultados, convenciéndose de su felicidad dentro de su propia infelicidad. Ahí se quedan, mirando pasar la vida desde la ventana, como simples espectadores, rumiando los posibles “hubieras” de los universos alternos.
Vivir con intención está profundamente relacionado con estar presentes en cada momento, aceptar el miedo sin dejar que domine.
En lugar de dejar que nuestra mente vague en las preocupaciones del futuro o las frustraciones del pasado, el acto de estar presentes nos permite conectar con lo que realmente importa en el ahora.
Llevar una vida con intención no significa que todo será siempre perfecto. Habrá desafíos, dificultades y momentos de incertidumbre. Pero cuando tomamos el control de nuestras decisiones y las alineamos con lo que verdaderamente valoramos, podemos encontrar un mayor sentido de satisfacción y paz.
